La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

El día en que Medvedev fue más libre que el Papa

Meses atrás, tres integrantes del grupo de punk ruso Pussy Riot irrumpieron en la principal catedral ortodoxa de Moscú. En plena ceremonia, se subieron las camisetas, enseñaron los pechos y cantaron en protesta contra el presidente ruso, Vladimir Putin. ¿Su pena? Dos años de cárcel, lejos de Moscú, de su casa. ¿La razón? “Vandalismo e incitación al odio religioso”.

Recientemente, Benedicto XVI, en un encuentro con un representante de la Iglesia ortodoxa, expresó su “solidaridad” con esta comunidad cristiana por la ofensa recibida. De la pena impuesta a estas jóvenes chicas, ni una palabra. Al menos públicamente. E insisto en esto porque espero que, en privado, sí intercediera por las Pussy Riot.

Este pasado viernes, el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, quien fuera presidente de la República rusa entre los dos mandatos de Putin, se pronunció así sobre el tema: “Estas chicas no me gustan, pero si estuviera en lugar del juez no las habría enviado a prisión. Considero incorrecta la pena que se les ha impuesto. Ya han pasado bastante tiempo detenidas, ya basta”.

Sí, ya basta. Estoy completamente de acuerdo con Medvedev. No me gusta la forma que este grupo feminista empleó para expresar una denuncia política. Sí, fue “una blasfemia, un sacrilegio”, como afirmaron los representantes de la Iglesia ortodoxa. Pero, sobre todo, me sumo a la posterior petición de clemencia de esta Iglesia para las condenadas (una de ellas sí ha sido puesta en libertad). Como católico, me hubiera gustado una palabra más rotunda de Benedicto XVI en solidaridad, también, con quienes se han equivocado. Sé que no es fácil, pues el Papa busca con ahínco lo que no consiguió su predecesor, Juan Pablo II: fortalecer la fraternidad católico-ortodoxa y visibilizar un abrazo en Moscú. Pero esta cuestión no habría de suponer un óbice, porque la dignidad del ser humano es mucho más importante que cualquier ofensa y eso lo entiende todo el mundo.

Una blasfemia es condenable en lo espiritual, pero no ha de ser un crimen civil. Y esto lo ha reconocido quien tampoco lo tiene fácil. No obstante, Medvedev es el primer ministro de un superior del que, por ejemplo, se duda su posición sobre numerosas y sospechosas muertes de periodistas críticos contra el régimen… No, Medvedev no lo tenía fácil. Como el Papa, tiene muchos factores a tener en cuenta en el trasfondo de su realidad. Pero hoy, al menos, nadie duda de que el político ruso no pide condenar con una ley terrenal una equivocación espiritual.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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