¡Feliz Navidad! Por supuesto, os deseo una muy feliz Navidad a todos, en especial a mi familia, a mis amigos y a ti. Pero hoy, al volver a ver la luz en el camino justo dos años después de caer en el hoyo, quiero acordarme especialmente de Haití. Lo vivido entre su gente, con la insuperable guía de los amigos de Manos Unidas, ha sido lo que más me ha acercado a Dios en este tiempo de desierto.
Hoy tengo un recuerdo muy cercano para personas como el padre Fredy, Nely, François, Jean Baptiste, el padre Crescenzo, el padre Miguel, Isa Solá, Jordi, María, las dominicas de la Presentación, comandadas por la infatigable hermana Gloria, Elie… Hoy tengo muy presentes a pequeños ángeles como Jerry, Esnel, Baloy, Carlos… Y, por supuesto, también pienso en mis compañeros de viaje, ya nacionalizados todos haitianos: May, Paloma, Yasmina, Laura, Pablo, Myriam, María Eugenia y Jimena.
Esta Navidad no me ha hecho falta volver a ver ¡Qué bello es vivir! para valorar la suerte que tengo de poder compartir la vida con todas las personas que hay a mi lado. Sólo he necesitado cerrar los ojos y volver a sentir el bullicio haitiano y las pequeñas historias de esperanza, con rostros y nombres, para acoger con más alegría una noche en la que he estado triste los últimos años. Hoy me he dicho que merecer la pena centrarme sólo en ser feliz. Si tienen esperanza quienes más impedimentos tienen para vivir, ¿cómo puedo yo ser tan ciego?
Su luz es la que escojo para que ilumine mi Belén. Sonríen José, María y el Niño. Además, de reojo, creo que también me sonríen.
¡Feliz Navidad, Haití!
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
