La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

La mejor receta contra la crisis: el Septenario de Moya

En un tiempo, como el actual, en el que nos avasallan las malas noticias, nada mejor que ver a una comunidad unida en torno a un sentimiento fuertemente positivo. En este caso, varios pueblos, los que forman el marquesado de Moya, en Cuenca. Pueblos como Los Huertos, Santo Domingo, El Arrabal, Henarejos, Santa Cruz, Fuentelespino… o el mío, Landete, se citan cada siete años para honrar a su Madre, la Virgen de Tejeda, que peregrina desde su santuario en Garaballa hasta el castillo de Moya, recorriendo un total de 18 kilómetros.

No, no es una romería ordinaria. Al ser cada siete años, el conocido como Septenario de Moya es esperadísimo por todos los vecinos y devotos. Ninguna fiesta patronal anual se puede comparar con la satisfacción y el orgullo de lo que se vive sólo cada siete años. Siempre llegan reflexiones del tipo de “¿y cómo estaré yo entonces?” o, en los más mayores o enfermos, “será mi último Septenario…”. Y mucho más cuando se mira con emoción el peso de la tradición: la primera peregrinación fue en 1639, con el motivo de rogar a la Virgen por el fin de una larga sequía. Se ve que llovió. Y así hasta hoy.

Decía que es bonito ver a una comunidad unida por algo positivo. Ver a miles de personas, muchas de ellas llegadas a sus raíces desde las ciudades por unos días, unidas por la fe, la alegría o el simple amor por lo propio es algo maravilloso. Desde el viernes 16 en que la Virgen salió de Garaballa hasta el castillo, toda una región es una fiesta de alegría de la buena, la que es profunda y desbordante. El mismo día de la salida fue un temblor de la piel y el alma al comprobar cómo los pueblos por los que transitaba la procesión repetían el mismo esquema: el trato a la Madre de Dios como una reina, con pancartas de bienvenida, calles pintadas, balcones adornados con sus mejores galas, fuegos artificiales y la banda de música sonando a pleno pulmón.

Pero si algo es especialmente vibrante es el homenaje de los danzantes, ocho jóvenes que, distintos en cada edición, dan lo mejor de sí mismos bailando durante horas. Y eso que todo comienza con una misa a las seis de la mañana, al alba, y concluye en la anochecida, con la pequeña talla escalando hacia lo que es un castillo medieval que en su día fue un enclave en la España de la Reconquista al ser un punto de encuentro entre Castilla, Aragón y Valencia.

Ah, el castillo de Moya… Fantasía de lo que hoy es ruina pero que debió de ser urbe y fortaleza de una comunidad de cristianos viejos que reinaba sobre lo alto de un valle. Es fantástico imaginar glorias pasadas mientras se disfruta de la realidad que lo es por unos días, desde el 16 al 26. El resto de los siete años es desierto y polvo. Por un brevísimo sueño real es misa, recogimiento, adoración, alegría, casi dos decenas de bares, churros, bocatas de panceta, vino, cerveza, cubatas, discoteca hasta las diez de la mañana, las mejores verbenas que son las que producen eco sobre la roca secular y el cielo fresco y abierto, exaltación, amistad, amor.

Querido amigo que has llegado a leer esto. Hazme caso. No te lo pierdas. Aún estás a tiempo. ¿Quieres ser feliz por unos días? Yo he visto a miles de personas. Seguramente, todo aquello que engloba la palabra ‘crisis’ no es sino uno de los principales quebraderos de cabeza de la mayoría de ellos. Pues no he visto a nadie triste. Todos han sacado su mejor regalo. Para la Virgen, unos. Para ellos mismos, todos; por su esperanza, por querer hacer el esfuerzo de disfrutar esto que nos toca transitar y que es la vida. Queda tiempo. Hasta el 26, en que la Madre incardinada en Tejeda volverá a su casa rodeada de flores, música y danzantes, a los que se unirán improvisados bailarines, ya sean niños y ancianos (y no, no es una forma de hablar). Sonrisas habrá menos y lágrimas habrá más. Porque se acaba. Porque habrá que esperar siete años para olvidar y entregarte en la comodidad de la esperanza.

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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