San Ramiro de Maeztu ya lo avisó en ‘Hacia otra España’, en 1899. Frente a lo que algunos creen, pensar no es cosa de locos: “La labor intelectual –i-n-t-e-l-e-c-t-u-a-l, entiéndase bien– de los enamorados de la vida por la vida requiere algo más que entusiasmo; requiere una pasión desbordadora. (…) Es común, efectivamente, vivir ajeno a tales entelequias. Los hombres sanos siguen naturalmente su camino sin cuidarse de otros códigos que de aquellos en cuya sanción interviene la Benemérita Guardia Civil. No es que sean inmorales, ni morales: son amorales simplemente. (…) Grandes amarguras íntimas le costó su intento a Malthus. A Federico Nietzsche, el Redentor, el poeta que ha alcanzado en sus días de vislumbre la identificación de su pensamiento con su instinto, de su vida con la vida universal, le ha costado la empresa la pérdida de su razón, ¡la pérdida de su entendimiento prodigioso! No me diga, con el señor Sanz Escartín, que tales ideas sólo pueden conducir a la locura. Las ideas a nadie vuelven loco, sino la presión a la que someten sus cerebros los intelectuales creadores. ¡Oh!… De seguro que no corren tal peligro el señor Escartín ni ninguno de los escritores que han dejado al Espíritu Santo el cuidado de pensar por ellos. No será, al menos, el esfuerzo de producir ideas nuevas causa que altere el regular funcionamiento de sus órganos vitales”.
¿Qué diría el maestro ante esta España nuestra que, más de un siglo después, ridiculiza a quien sospecha que piensa por sí mismo? ¡Para qué esforzarse! Cada uno ya tiene el periódico, la radio, la televisión y la web que le marca, con exactitud, qué ha de opinar ante cada cuestión concreta. Los de derechas, ante una eventualidad local, nacional o internacional consultan previamente a sus gurús antes de pronunciarse. ¡Por si acaso! ¡Exactamente igual que los de izquierdas! ¿Qué no eres de derechas ni de izquierdas? Muy sencillo: o bien es que “pasas de la política” o, directamente, “estás al margen de la realidad política”.
¡Y eso quienes se interesan por la cosa pública! Porque la imagen de España la representan los chulos y las chulas que inflan el bolsillo vendiendo la exclusiva de a quién huelen sus bragas y calzones… Y eso no es exageración. Los medios llenan sus audiencias con historias que no modifican el transcurso vital de absolutamente nadie.
Hoy, en España, se recorta el dinero en Sanidad y Educación como vía de preferencia para salir de una crisis económica en la que los causantes de la misma no han sufrido un ápice. Antes bien, los que mandan les han enriquecido aún más el riñón. Hoy, en España los alumnos son protegidos hasta el punto de que su respeto está por encima del que antes merecía el profesor. Para no molestarles, hasta se les pasa de curso aun suspendiendo… para que no se traumaticen.
Hoy, en España, el grado de intolerancia es insoportable. Unos insultan al Papa que viene a hablar. Otros insultan sin piedad a quienes simplemente se aman, aunque sean del mismo sexo. Historias –reales– de homosexuales que han recibido al Papa con gozo son, para muchos, inexplicables.
San Ramiro de Maeztu señalaba en su época a quienes no se planteaban nada. “Ni inmorales ni morales: amorales”. Es triste, pero más de un siglo después, en la supuesta culminación de la modernidad en la Historia, ni siquiera se respeta al que quiere pensar. Sea lo que sea. Ya no es que se le mate o se le encarcele: es que provoca risa o, directamente, se le tiene por loco.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
