La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Retazos de vida

Fue ya, ya pasó. Corpus Christi en Medina del Campo, lugar añejo en el que se firmó el obituario de una Isabel llamada ‘la Católica’, a la que admiro. Plaza medieval, retazo de feria europea de magnitud universal. Copia en lo actual. Luz y sabor a antiguo. Especias, armas y espolones de torturas, ejércitos, combates, lechuzas y buitres, cañonazos, kebab e internet: espacio wi-fi. Minentras la Hostia Sagrada pasea su majestad por las calles, Sancho Panza rememora sus andanzas como gobernador de la ínsula Barataria. Medina del Campo, Valladolid, no lo he dicho, es la tierra de mi Dulcinea del Toboso. Pucela es eterna.

Acaba de ser, fue hace no tanto. Noche de San Juan en Arganda del Rey, por los madriles, donde me arrastro habitualmente. Lugar de residencia, llaman ahora. Gaitas ancestrales, patizambos, gigantes y un barco repleto de piratas. Petardos, llamas y fogata en la plaza culminan el aquelarre. Los malos deseos son los que se queman en un papel. Uno, que se acerca al desastre como comportamiento usual, se equivoca y firma sus anhelos. Las gaitas que emocionan y emborrachan borran las posibles malas intenciones de las meigas.

Será. En el horizonte, no pasado sino futuro, el que espero sea el viaje de mi vida: Belén, Nazaret, Jerusalén. Tierra santa. Ensoñación a piel viva. Entrañas que se rinden al amor. Al Dios del Amor. Allí donde nació, enseñó, amó, padeció y murió. Y resucitó. Tierra Santa… ¿cómo hueles? ¿Cómo sabes?… ¿Alcanzaré en ti la retirada definitiva de la venda que me empobrece?

Habrá de ser. Tierra Santa… de ti, también en el horizonte de lo que se espera, iré a Landete, en la Cuenca de mis entrañas. Allí será el goce de los sentidos. Toros, vinos y buenos amigos. Aunque me faltará gente muy querida… cada vez más. Demasiados en un recuerdo que abruma. La esperanza, eso sí, es que no tengan cerrados sus ojos y oídos. Su alma está viva. No puede ser de otro modo. Aun sin canonización oficial.

No puede faltar. Antes de Oriente, a una semana vista, playa levantina que necesito. Tavernes de Valldigna, Valencia. Ya huelo el mar… se acercan las vacaciones. Chiringuitos, bikinis, sal y puritos después de comer. Cine en sillas de plástico y viento fresco, libros dejados para estos días, radio nocturna, pasta italiana y cerveza helada. Ya huelo el mar… se acercan las vacaciones.

Ahora y siempre. Medina, Arganda, Tavernes, Jerusalén, Landete. Retazos de vida, de felicidad. Una viuda, como todos los días, sienta su luto en el banco de todos los días. Su cara, la de todos los días, es triste y enfermiza. Retazos de vida, de melancolía. Una pareja pasea por la calle con ambos ángeles agarrados de la mano. Los dos son ciegos. Con su bastón y sus gafas de sol. Ambos sonrientes. Retazos de vida, de amor. Una musa conduce su coche con la boca entreabierta sosteniendo un fino cigarro habano. Es la dueña del mundo. Retazos de vida, de vida de la buena.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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