La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Conversaciones con… Mario Benedetti

Ring, ring, ring…

– ¿Dígame?

– …

– ¿Quién carajo es?

– ¿¡Mario Benedetti!?

– El mismo.

– Perdone por el susto, creí que los muertos no cogían el teléfono…

– Pues ya ve usted que sí. ¿Qué quiere?

– Nada… nada importante. Sólo quería decirle que acabo leer un libro suyo, ‘El buzón del tiempo’… y tenía una duda.

– ¿Cuál es?

– Si usted está allí… Es decir, si después de morir sigue vivo… y parece estar bien… ¿¡es el cielo!? ¿Cómo es? ¿Puede…?

– Quieto, amigo, no se embale… Ya sabe que siempre me las presumí de no ser amigo de los curas… No puede ahora decir por ahí abajo que si estoy vivo después de palmar es porque, técnicamente, soy santo. Mis fans no aceptarían eso de San Mario Benedetti… Y uno tiene un prestigio, oiga.

– De acuerdo, esto queda entre usted y yo. Pero, una última pregunta.

– Por el favor que me hace se la contesto, aunque ahora estaba leyendo cómo Sancho Panza se las gobernaba en la ínsula Barataria.

– Seré breve. ¿El cielo se parece a los versos en los que usted caracteriza el buzón del tiempo? Me refiero a estos: “En el buzón del tiempo se deslizan la pasión desolada / el goce trémulo, y allí queda esperando su destino la paz involuntaria de la infancia / hay un enigma en el buzón del tiempo, un llamador de dudas y candores, un legajo de angustia / una libranza con todos sus valores declarados. En el buzón del tiempo hay alegrías que nadie va a exigir / que nadie nunca reclamará / y acabarán marchitas añorando el sabor de la intemperie, y sin embargo / del buzón del tiempo saldrán de pronto cartas volanderas dispuestas a afincarse en algún sueño donde aguarden los sustos del azar».

– No sé, me costaría mucho responderle. ¡Es que apenas llevo un mes aquí! Pero sí, ya que se empeña, y por lo que usted y yo nos traemos entre manos (mi prestigio, oiga), le diré que sí, que desde aquí seguiré escribiendo mis cartas volanderas para hacer un poquito más llevaderos los sueños de los que, siendo norte o sur, buscan lo bueno del otro. Eso sí, como estoy en otro estado, llámelo si quiere celestial (aunque no debe decírselo a nadie, recuerde, mi prestigio, oiga), no podrán leerlas hasta que estén aquí.

– Buen consuelo, don Mario. Y hasta que la palmemos, cuando ya disfrutemos sus mejores versos, los divinos (guardo como una tumba su secreto y su prestigio), pues seguiremos deleitándonos con sus terrenales y tiernos escritos. Muchas gracias por escucharme. ¿Le puedo llamar otra vez?

Cuando me termine el Quijote, sí. Y cuando a usted se le pase la cogorza, que sé muy bien que cuando me llamó a mí fue por pura equivocación, que con quien quería hablar era con Audrey Hepburn. Es que en el buzón del tiempo lo vemos todo… Chau.

– … Chau.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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