La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Los ángeles ya son emperadores

Mi guerra con el ordenatore se ha convertido en cruenta e incivil. Dejándome tirado a la una de la madrugada, me veo obligado a realizar la tercera crónica de esta inolvidable aventura con los ángeles de pie, en un aparato junto al recepcionista. Creo que los dormidos con el alma pura me ayudarán a sacar adelante esta nueva prueba. Sí, será el eco de sus sonrisas, sus bromas y sus incontables gestos de cariño lo que permita plasmar aquí lo que pasó tras su siesta de esta tarde. Martes, segunda parte.

Que no fue sino un torbellino de ilusiones que se levantó con las pilas recargadas, se montó en el bus y tomó el Colosseo como se conquista Constantinopla en el siglo XXI: con una sonrisa. No faltaron las fotos de rigor en el Arco de Tito, el Foro Imperial o el monumental martirilogio más grande de la Historia, allí donde, entre muchos otros, San Pedro murió crucificado al revés. Cómo no, el típico actor disfrazado de soldado del Imperio romano no faltó en la instantánea, para regocijo de todos. Sí, Roma fue conquistada con una sonrisa.

La siguiente parada fue la del disfrute sin más: un helado o gelati en la Piazza Campo di Fiori: un pequeño rincón inundado de flores, música callejera, vida. Espacio único para enamorados que pasean de la mano. Como fue el caso de Antonio y María Jesús, y Maximino e Isabel, dos de las parejas más asentadas del grupo. Otros y otras han venido a la Ciudad Eterna en busca de la media luna… Suerte y al toro.

Tras el helado y el cigarro de turno -nunca había visto un grupo de varias decenas de personas en el que la media de fumadores superara el 90%; las cajetillas duran lo que dura un suspiro… nicotinado-, todos avanzamos hacia una de las aventuras más insospechadas: una recepción de lujo en uno de los edificios más coquetos a cargo de los responsables de Mensajeros de la Paz en Roma, con Marisa Pinto, condesa y presidenta de honor de la asociación aquí, al frente del homenaje. Sorbetes de múltiples olores y sabores, caviar, vino blanco espumoso y tocado de moras, fino zumo de tomate… Los chicos fueron servidos como reyes (¿alguien duda que no lo sean?) por camareros con pajarita. Hasta el punto de que se hicieron fotos con la condesa como si del mismo Rey Melchor se tratara… Un breve y emocionante acto cerró la ceremonia. Discursos, aplausos y regalos marcaron un dulce colofón del que se extrajo una conclusión principal: Mensajeros de la Paz de Roma tomará como referente «la admirable acción» de unos monitores que se están dejando la piel cada día para hacer más feliz la vida de quienes parten con mayores dificultades, en teoría, para ser como los demás. En teoría, porque «sólo» hace falta que se crucen buenas personas en tu camino.

Una cena al pie del mismísimo Coliseo marcó la cara de satisfacción de unos chicos que ahora duermen a la espera de cumplir mañana su deseo de ver al Papa. Recuerden, son ángeles. Los ángeles sueñan. Y los sueños de los puros y sencillos no han sino de cumplirse. Mañana, en la habitual audiencia de los miércoles en San Pedro. La cita. La misión. Antonio Cinta, ciego desde hace cinco años, gran aficionado a los toros y ex maletilla y ex bombero torero, verá al Papa tal y como hoy ha visto la tumba de Juan Pablo II: arrodillándose, tocando y besando.

Buenas noches, queridos ángeles.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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