La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

¡Que se muere Pablo Neruda!

23 de septiembre de 1973. Chile, su amado Chile, se desangra en una bola de fuego que desgarra sus entrañas. El Golpe se cierne en lo que ya se presenta como una horrible matanza. Pablo Neruda, el poeta de la gente, yace consumido por la enfermedad, que le lleva muriendo varios días. Para el que ya no hay luz es para Salvador Allende, su esperanza y la de muchos otros compatriotas, felices al fin de que no gobernaran ‘los de siempre’. Hasta que llegó el 11 de septiembre, la antesala fúnebre del 23. Hasta que llegó el Golpe… hasta que llegó el olor a sangre quemada.

El olor a maldad, horror y pena se deslizó cruelmente hasta un Neruda que andaba adormecido, muriéndose en paz, sin saber lo que pasaba a unos metros de él, en la calle arrasada por la ignominia. Así fue como el poeta que tanto amaba la vida, que se moría con gesto dulce, quedó amputado en su sueño. El impacto de la brutalidad de los de las pistolas fue el que le hizo retorcerse en sus entrañas.

¡Que se muere Pablo Neruda! ¡Que llora lágrimas negras, salidas del alma! ¡Que no para de gritar ‘los fusilan’, ‘los fusilan’! Así fue como se despidió de sus amigos. A esa hora ya desaparecidos, torturados, muertos. Así, junto a ellos, Pablo Neruda, el comunista que creía en la libertad y desechaba el totalitarismo, expira en una agonía macabra e injusta.

Su entierro lo deja inmortalizado en la novela alucinante Isabel Allende. La sobrina de la víctima del automagnicidio, pintando más vivos que nunca a los espíritus de la casa más increíble y etérea, hace desfilar tras su ataúd a Alba y Esteban Trueba. La nieta idealista y el abuelo corrompido, antitéticos, queriéndose, llorando, van de la mano tras el Poeta. A ambos lados, la escolta menos deseada: tanques, pistolas, furia y uniformes homogéneos manchados de sangre. Tras ellos, la esperanza: la gente, los obreros que cesan en su trabajo para rendir homenaje valiente, cantando, atronando los versos que siempre olieron a magia, amor y esperanza.

Sí, la esperanza triunfó. Fue mucho después, pero triunfó. Pablo Neruda ya no lo disfrutó, pero el César de gafas negras, gesto apretado y bigotes malignos cayó. Y fue humillado. Y Chile volvió a latir. Y los versos prohibidos ya jamás dejaron de ser cantados. Con gesto vivo. Como el alma del Poeta.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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