¡Qué dulzura y qué manera de contar una historia tan sensible!
Una familia de Praga tiene que regresar desterrada al pueblo por enfrentarse a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y el impacto de volver a su campo natal produce especialmente en un niño, sumamente inteligente y carismático, una catarsis positiva y vibrante, llena de inocencia, imaginación y felicidad.
Entre las relaciones enfrentadas de los miembros de una misma estirpe, donde hay rencillas terribles que el pequeño Eda quiere soslayar, y las pillerías de la panda de los chavales del pueblo, la película no deja de ser entretenida en ningún momento.
Y cuando acaba sencillamente te sientes bien por lo que has visto, aunque no sabes muy bien por qué. Me encanta esa sensación. Por eso te la aconsejo.
4 ★★★★