Qué maravilla de película.
No puedes de jar de ver este biopic que rezuma poesía en sus imágenes, y sobre todo, en sus magistrales diálogos, con un Oscar Wilde brillantemente decadente, corrompido por una sociedad homófoba que le había destrozado el alma y el corazón, pero manteniendo la pasión y el amor por encima de las estrellas.
El director, escritor y actor Rupert Everett, declarado homosexual que llegó a prostituirse para poder pagarse los estudios, ha comprendido como nadie a un Wilde desesperado en la última etapa de su vida y ha sabido plasmar en la pantalla una serie de sentimientos y una profundidad en el contenido que no deja de impresionarme.
El descalabro interior que sufre Wilde, donde duda si volver con su mujer y sus hijos o con su amante `Bosie´, muestra a un escritor destruido, que odia su pasado pero no se puede desprender de él. Es el judas de sí mismo.
Genial Everett como director y como actor, llegando a una categoría superior y mostrando lo que nadie suele ver, con una sensibilidad apoteósica.
4½ ★★★★½