Absolutamente depravada, cruel, machista, degenerada, violenta, asquerosa, terrorífica, vomitiva, exasperante, nazi, sádica, diabólica y, como no, fascinante y genial la nueva película de Lars von Trier.
Una maravilla cinematográfica difícil de olvidar, donde juega con la tensión como si fuese un chicle que estira y redondea a placer, con un control físico y psíquico asombroso tanto de la imagen como del sonido, donde la cámara es el corazón de Trier y la mirada de un obsceno Matt Dillon es un puñetazo constante a la reflexión y al horror supuestamente insalvable.
Inspiradora y tenebrosa como un infierno en llamas, abre una faceta monstruosa de Trier que no sabe si tirarse a sus personajes o arrancarles los ojos y las tetas.
No se salvan ni las viudas viejas, ni pibones diseñados con rotulador, ni niños con pantalones cortos, ni el propio demonio que te aturde, ni la fila de moribundos congelados antes del disparo de la bala de punta hueca que destapará su destino.
Si eres diferente vete a verla, pero prepárate.
Cuenta hasta 12 y, si corres lo suficiente, te salvarás.
5 ★★★★★