Película sincera y costumbrista que atrae sobre todo por su contenido divertido y esperanzador.
Aunque se basa en una crisis económica que afecta a un pueblo francés que pasa por momentos muy delicados, el alcalde del pueblo, un brillante François Cluzet, busca una posible solución que consiste en hacer una escenografía muy especial para un fotógrafo americano que se enamora de la campiña del pueblo: posar todos como Dios los trajo al mundo. Pero esto crea una tremenda catarsis en muchos de los vecinos, que no pueden entender esa obra de arte.
Bien dirigida por Philippe Le Guay, es un film que te va a gustar.
3 ★★★