La poesía no se puede encerrar en una jaula, pero sí corromper con la mediocridad de la raza humana, que no puede comprender que un niño de cinco años tenga un talento prodigioso, casi sobrenatural, para componer poesía de una manera innata e impulsiva.
Su profesora de parvulario entra en una compleja paranoia viendo como un genio puede sucumbir ante tanta vulgaridad y brota de ella un sentimiento de mecenas protectora que le lleva a realizar cosas fuera de lo común…
Belleza interior. Un brote de arte y creación.
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