Kremer de Seda

Carlos Pecker Pérez de Lama

Zacarías se volvió loco -10-

El supuesto atajo de Zacarías se ha convertido en un infierno. Las botas Panama Jack aguantan las rocas cortantes mejor que nuestras piernas que ya no responden y, debido a volver a ascender otra vez a casi 5.000 m., la respiración se entrecorta y no llega suficiente oxígeno a los pulmones. Esto supone que hay que parar y volver a parar y esperar a que nos reagrupemos. No se puede quedar nadie rezagado. Luna lo tiene claro.

Después de una subida que se nos hace eterna, vemos como salido de la nada un destello naranja a unos 20 metros. Parece una alucinación. ¿Serán los efectos de las hojas de coca? De repente un rutero grita como el marinero Rodrigo de Triana que divisó tierra por primera vez el 12 de octubre de 1492, pero esta vez no es la Isla de Guanahani, sino un carro pick up de la Policía de Montaña de Perú. Filmo las caras felices de los aventureros iluminados intermitentemente por la luz anaranjada de las sirenas del techo.

Luna decide que no suba nadie al carro, que lo utilizamos para cargar las mochilas de los maltrechos aventureros. Nos indican que todavía queda un buen tramo de ascensión. Al volver a arrancar la caminata vemos un enorme rebaño de llamas, alpacas y vicuñas que nos miran como si fuésemos seres extraños, pero no nos escupen a la cara, olemos más a camélido que a ser humano.

A la media hora aparecen por fin en las alturas las luces de los colectivos y me inflo a grabar totales de los jóvenes que tienen una expresión inenarrable mezcla de felicidad y de cansancio descomunal. Nos abrazamos en este momento histórico, donde sólo por terminar esta espectacular aventura ha merecido la pena vivir.

Van llegando los grupos de ruteros con sus monitores. Veo a Elisa, a Irene, a Miguel y a Pedro, los monitores que han sido los verdaderos héroes de esta apoteósica hazaña. Seguro que me falta alguno y os pido perdón, pero tengo el coco como un queso de gruyere. También me acuerdo en estos instantes de Ana, que se encargó de los que descendieron antes de tiempo. ¡Qué monitora más valiente y resuelta!.

Me acerco a Jesús Luna, que parece tan fresco, y me hace una salidilla de final de caminata, aunque luego me comenta fuera de micro que hay problemas con las movilidades, que alguna se ha roto o no ha llegado. Me siento por fin en el carro de la tele que ha venido en nuestra ayuda. Para llevar a más aventureros lo hemos dispuesto de 7 asientos. Vienen Tamalito y Ñeque, que por fin recuperaron sus cámaras, David de Marca, que está todavía alucinado de haber conseguido llegar, y 3 ruteras agotadas pero muy satisfechas. Aunque subí de madrugada en el 4×4 con Mario de RNE, le he perdido la pista. Bueno, ya bajará en otro colectivo.

Esto no acaba nunca. A los 200 metros de partir nos para la Policía de Montaña y nos confisca el vehículo. Les digo que es el carro de la tele pero les importa un bledo. Normal, por otra parte. Lo necesitan para que vaya rápido a por más movilidades. Como me dijo Luna, faltan espacios. Nos insertamos como podemos en una vanette más precaria y por fin regresamos al punto de partida. Del viaje no os cuento mucho porque, como no, me quedé absolutamente dormido, quitando algún bache en el que me golpeaba con pasión contra el cristal cubierto de vaho.

Recuerdo entre sueños el apoyo incondicional de los aguerridos periodistas, que también han sido unos titanes que han mostrado mucho valor y un ánimo incombustible. De la siempre reluciente Rocío Gayarre, Jefa de Prensa; del incansable y prudente Cristóbal Baeza, del BBVA; de la heroica periodista de El Mundo Marta Belver, que no podía con su alma y aun así lo logró; de los tres reporteros de TVE que me hicieron pasar una noche inolvidable en la cabaña de las llamas; de Jon Ariztimuño, redactor de Antena 3, que ha sido el que más me ha hecho reír durante esta maravillosa aventura; de Ignacio Gil, de ABC, que aun siendo el que menos fuerzas tenía por su indigestión estomacal, fue un ejemplo de esfuerzo, voluntad y cordura; de David de Marca, que sé de buena fe que lo pasó realmente mal, pero que pasito a pasito terminó la hazaña; de Ángel Mustienes, enviado especial de la revista Leer y compañero de tienda, que no rechistó ni un solo momento a pesar de todos los contratiempos; de Íñigo de la Quadra, responsable de las redes sociales, que siempre tenía una canción en sus labios en los peores momentos; de Jaime Santirso, ayudante de Íñigo, sobre todo porque me ayudó a llevar las cámaras en la ascensión final; y como no de Ángel Colina, Ñeque y Tamalito, fotógrafo y camarógrafos oficiales de la Ruta BBVA que, con gran dedicación y pericia, captaron las imágenes de una aventura irrepetible.

Por otro lado están los reporteros que subieron en mulas hasta la cima desde Lari por un camino extremo: Robert Mur de La Vanguardia, Ángel Sastre de Cuatro, Berta Ferrero de El País, Conchi Martín de la Agencia EFE, Fernando Valle de Hispasat y Francis Gallardo del Grupo Joly.

También sueño en el colectivo con el equipo médico, con el ilustre doctor y gran amigo Alfonso Camacho, que tuvo momentos críticos cargando varias mochilas de los ruteros y mirando al sol como una iguana; y con Javi González, antiguo rutero que apoyó como nadie a los que seguimos y a los que se quedaron. Su esfuerzo en recuperar a David de Marca del inframundo fue glorioso.

También vienen a mi memoria, claro está, Alonso Gómez, Juan Albero y Borja Juan, los chicos de material, pilares de la intendencia en todo momento de la eterna marcha, con su momento estelar la noche de la fogata interminable. Y Alonso Comas del Canal de Isabel II, que estuvo muy fuerte en todo momento.

Y por fin llegamos a Chivay, 26 horas después de haber partido, ni más ni menos. Me enfundo la cámara y le doy al REC. Grabo a Luna, a Pedro y a varios ruteros, pero la última es una venezolana muy chévere que les está contando a sus compatriotas cómo fue la cosa: “¡¡¡muy very!!!”. Cuando llega al pasaje de la placa de Las Fuentes del Amazonas se pone a llorar de alegría y todos se abrazan como uno solo y se ponen a dar vueltas irradiando su felicidad a los cuatro vientos. Está claro que con esa escena acabo la ascensión al Quehuisha y vuelvo a la plaza para desayunar en un garito que, curiosamente, se llama Zacarías. Ahora le recuerdo hasta con cariño.

Zacarías nos perdió entre las montañas, sí, pero por ver el lado positivo de las cosas, hizo aflorar los valores de la Ruta BBVA: compañerismo, esfuerzo, superación y confianza. Ha sido la aventura más increíble y épica de toda la existencia del programa. Y por cierto, ¿dónde está Zaca?

Desayuno con todos los periodistas que me llaman “El Héroe del Quehuisha”, cuando los verdaderos héroes han sido todos ellos: los propios periodistas, los ruteros, los monitores, Luna, el equipo médico, la Policía de Montaña y los de la retaguardia, que también estuvieron «siempre ready» desde Chivay. Brindamos con el mate de coca calentito por Miguel de la Quadra-Salcedo, director y alma de esta maravillosa experiencia, y me voy a preparar el equipo técnico porque dentro de una hora volvemos a partir hacia Arequipa.

Camino por el empedrado de Chivay con mis botas Panama Jack desatadas cuando me encuentro inesperadamente con mi compañero de carro. Es Mario, de RNE, que me comenta su última vivencia. Vuelvo a enchufar mi cámara.

Pecker: “Pero Mario, ¿qué te ha pasado?”
Mario: “Pues que fuimos los últimos en partir, pero por fin llegamos a tiempo”
Pecker: “Ha sido durísimo pero jamás lo olvidaremos Mario”
Mario: “De eso estate seguro. Por cierto, ¿sabes a quién he visto solo y perdido por la montaña cuando volvíamos en el colectivo?”
Pecker: “¿A un cóndor?”
Mario: “No, ¡a Zacarías!. Iba por entre las rocas sin rumbo fijo, con su sombrero de Indiana Jones pero ya no llevaba en alto la banderita. Ni siquiera giró la cabeza. Su mirada estaba como perdida”
Pecker: “¿Y eso?”
Mario: “Creo que Zacarías se volvió loco”

¡Un millón de gracias a todos!. Habéis sido unos valientes e incondicionales compañeros de aventura, incluido Zacarías…

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Carlos Pecker

Realizador, Periodista, Camarógrafo, Técnico de sonido, Iluminador, Editor, Profesor universitario y Escritor.

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