Kremer de Seda

Carlos Pecker Pérez de Lama

Zacarías se volvió loco -2-

Bajamos de las movilidades atolondrados de tanto bache. Es ya muy tarde con tanto percance, sobre las 10:30, y tengo que grabar a nuestro reportero rutero una conexión con Miguel de la Quadra. Luna está nervioso por la tardanza y no me espera, cosa rara, aunque le dije durante la trocha que fuésemos juntos para no perder el paso, que a esas alturas no hay quien lo recupere. Grabo al joven aventurero la entradilla y en esos 2 minutos Luna ya se perdía por el camino.

La tensión se masca en el ambiente. Los mejores aventureros saben que si nos coge la noche vamos a tener muchos problemas. Bueno, todos no, el gran Zacarías esta muy tranquilo, porque conoce la quebrada como la palma de su mano, que por cierto estaba más cuarteada que la piel de la cara de las momias de Chauchilla que habíamos visto unos días antes.

Tengo que acelerar un poco el paso para recuperar posiciones y en breve me quedo sin aire. La solución es empezar a chascar hojas de coca mezcladas con un trozo de cal. El sabor es asqueroso. Primero se me adormece la boca y ciertamente me siento mejor. No dejé de chascar hojitas durante toda la ascensión.

Al final alcanzo al jefe de campamento, pero no porque sea Superman, sino porque Luna se detiene para enseñarnos una planta muy interesante. Es la Chachacoma, un arbusto nativo del altiplano que ha sido usado durante siglos por los indígenas para contrarrestar el mal de altura. Se deshacen sus verdes brotes entre los dedos para esnifar su aromático olor. Entre las hojas de coca y la chachacoma que voy arrancando por el camino lleno una bolsita que me acompaña como si fuese la que llevaba siempre Kung-Fu, que por cierto nunca supe qué tenía dentro. A lo mejor era una mezcla parecida. ¡Así pegaba el tío!

Debemos de estar sobre los 4.500 metros y los expedicionarios todavía están fuertes, aunque ya empiezan a quejarse por la falta de oxígeno. Hay mucho miedo al famoso soroche. Zacarías nos cuenta historias para animarnos, como la de un amigo suyo asiático al que le dio el mal de altura y murió cuando le trasladaban a un hospital limeño. ¡Todo alegrías las de este Zacarías!. Aunque también nos narra que salvó la vida de una francesa de 20 años poniéndola al revés. Todos nos mirábamos de reojo pensando: ¿y este es el guía que nos va a llevar a las Fuentes del Amazonas?. El silencio nos acompaña después de cada comentario de «Zaca», tan solo se oyen las pisadas certeras de las eternas botas Panama Jack y el silbido del viento.

Al rato vemos unas plantas algodonosas que parecen almohadas verdes. Son las hermosas yaretas. Luna nos cuenta que los restos de yaretas muertas los lugareños los utilizan como combustible para hacer fuego. En ese momento parecía una información baladí, pero tan solo unas horas más tarde fue tremendamente útil.

¡¡¡Mañana más!!!

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Carlos Pecker

Realizador, Periodista, Camarógrafo, Técnico de sonido, Iluminador, Editor, Profesor universitario y Escritor.

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