Caen sin remedio las flores del pruno
El frío se aleja tras la ventana
Salen de su madriguera las largas serpientes asesinas
Quizás el sol de hoy siga mañana
Sus rayos penetran entre las ramas
Recuerdo a la pequeña Ruth
Fue la última en nacer y la primera en partir
Benditas manos que giran y giran al compás
Se bambolea como una mecedora sin parar
Tan solo quiere que esté a su lado
No me pide nada más
También marchó el corazón de El Desencanto
Que titula mi última paranoia
Él dio su gran salto al vacío
Con esa mirada perdida y ausente
Ahora volverá a encontrarse con el Conejo Blanco
A lo mejor hacen las paces
Aunque lo dudo