Un nuevo horizonte se acerca a marchas forzadas al mundo audiovisual. Llevo meses viendo a mis hijos que nacieron a finales del Siglo XX, Carlos y Teresa, ver en la tableta o el móvil vídeos cortos y simpáticos de personajes de la calle que cuentan historias de todo tipo de una manera natural y sin preparar mucho, por no decir nada.
Mis hijos se ríen y buscan más piezas para seguir pasándoselo dabuti y estar al día, porque todos sus amigos ven exactamente lo mismo. Si yo a su edad me tragaba Bonanza, El Fugitivo o El Virginiano, ahora son los Youtubers los que atraen a una juventud que se aburre como una ostra con los contenidos que emiten las cadenas de televisión, a excepción de los Simpson.
Estos Youtubers son personajes mediáticos pero corrientes, sin creerse que por ponerse delante de una cámara y triunfar son hijos de Zeus. Sencillamente comentan cosas de su vida o de un juego de la Play y su legión de fans les siguen sin parpadear.
Claro que esto empieza a ser un negocio cuando cobran por cada suscriptor o subs una media de 0´50. ¿Qué cuántos subs pueden llegar a tener estos chavales?. Pues el más seguido en EE.UU., Pew Die Pie, tiene 13 millones, con que calculen.
Eso sí, no pueden venderse a las grandes cadenas porque pierden todo su poder. Sólo les siguen si son autosuficientes. Mientras que las televisiones se dejan sumas millonarias en presentadores, técnicos, decorados y mil cosas más, estas nuevas estrellas hacen un plano medio mal iluminado y con el sonido de la cámara y se inflan a visitas. Paradójico, ¿no?.
Hay versiones para todos los gustos, está El Rubius, el número uno en España con casi 4 millones de subs, que hace troleos, que consiste en provocar a alguien hasta que revienta; Wismichu y sus chatroulettes, donde la diversión se multiplica con varios personajes a la vez en la pantalla; Willyrex, un maestro del Gameplay, donde comenta juegos mientras maneja la videoconsola; Hola Soy Germán, bloguero número 1 en Latinoamérica; Loulogio, maestro del doblaje; o Thous Carapollen, conocido por sus Blogs Bizarros, algo así como extremos.
Son tan solo una muestra de los nuevos ídolos del mañana, que con una cámara y mucho cachondeo logran conectar con las mentes de chicos que pueden pasarse horas riéndose con sus sketch destornillantes, aunque también pueden ser un fail o fiasco y que no los vea ni su compañero de piso. Entonces se convierten en camperos de Call of Duty, o sea, unos auténticos marginados.