LA LUMBRE DE AQUELLOS DÍAS
Recuerdo aún las lágrimas del fuego
cómo crepitaban ardiendo el leño,
en chimenea de un hogar risueño
donde ardía paja en hogar labriego.
Se llamaba Pablo, de hogar el dueño,
y Usanos el pueblo en paz y en sosiego,
yo era niño, que aquel hogar aún llego,
y a Francisca, en aquel lugar, reseño.
Otros seres había junto al fuego:
Cristina, Juan Pablo, Javier pequeño,
cerrando ojos los veo en aquel sueño,
en cocina que en mi recuerdo siego.
Sirva aún este verso como leño
-que en memoria avivo cercano al fuego-
para traer días, por que navego
de un Usanos al que iba, muy pequeño.
Juan Pablo Mañueco (2016)