Saetas a las Semanas Santas de España, de Mañueco

Saetas a las Semanas Santas de España, de Mañueco

PRELUDIO DEL AUTOR AL LIBRO «Saetas a las Semanas Santas de España»

Qué es la estrofa castellana, base de las presentes saetas.

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DICHOSOS SON LOS DÍAS y venturosas las ocasiones en que, llegando hasta nosotros los rayos matutinos y tempraneros del alba o aurora, comprobamos que han traído hasta nosotros algo nuevo, o por lo menos renovado… El Mundo que nos aloja ha dado ya tantas vueltas desde su aparición e incluso desde la aparición del ser humano sobre la Tierra, que ver alumbrarse algo verdaderamente nuevo, que no tenga algunos o muchos precedentes, resulta tarea sumamente improbable, por no decir imposible.

Pero sí es verdad que en ocasiones el amanecer de algo nos suena a novedoso y distinto a lo ya visto y conocido, por lo que se puede dar rienda suelta al contento y a la satisfacción, y alegarse con el regocijo y la complacencia de lo que se ve nacer ante nuestros ojos.

Un poco de esto me sucedió a mí en los primeros días de este año de gracia de 2016, porque advertí que se alumbraba en directo y dándome en los plenos ojos de mi sorpresa, iluminándome y aluzándome sin remisión, algo nuevo que prometía muchas utilidades y ratos de creatividad grata y provechosa.

Una nueva estrofa para la métrica en castellano o español, nada menos.

Con sus características singulares, sus sonoridades propias y su continente idóneo para albergar pensamientos, sentimientos o deseos quizá de mejor forma, en ciertas circunstancias, que otras estrofas ya existentes, y, en cualquier caso, de distinto, respetable y apreciable modo desigual a lo que había antes.

El germen de la nueva estrofa brotó precisamente el 1 de enero de este año por el que caminamos y lo hizo precisamente por ser ese el día inaugural de un año que terminaba en 16, y no en otro número distinto.

El germen de la estrofa he dicho y no la estrofa misma, que aún tardó algunos pocos días más en germinar y asomar su deseo de existir sobre la tierra. Muy pocos, porque de inmediato, al cabo de varios rayos nuevos de sol que abrigaron y caldearon el germen, éste dio paso a una briosa estrofa distinta a su simiente y que, además, cada vez se diferenciaba más de su semilla y buscaba sus caminos propios.

Linaje honroso el los antecedentes de la estrofa “Castellana”, que justifica el nombre que le puse en cuanto vi que se había transformado en algo diverso al germen que le había dado origen.

Pero no es éste el lugar de exponer los precedentes de la estofa. En varios lugares los he mencionado ya. Tanto en papel como en medios digitales. De manera que quien quiera averiguarlos, puede hacerlo con bastante facilidad.
La estrofa, plenamente desarrollada.

Sí interesa mencionar que, paso a paso, verso a verso y esbozo a esbozo, a mediados de enero, la estrofa ya estaba plenamente estructurada. Y a satisfacción de quien esto escribe.

De hecho, a mediados de abril, pasan ya del centenar las composiciones en estrofas castellanas de arte mayor que llevo realizadas, y que, en poco tiempo, confío en que den origen al libro que llevará por título “Las cien primeras castellanas”.

. Incluyo en este proemio dos ejemplos de la misma, para que sepamos de lo que estamos hablando.

La primera de ellas, precedida por el título de “castellana número 1”, no lo es cronológicamente, porque ya había escrito otras antes. Pero sí en una “castellana” capaz de explicarse a sí misma en el acróstico inicial, lo cual le hace acreedora de una cierta prevalencia sobre las demás.

Ésta es:

Castellana número 1
El paseo de las Cruces de Guadalajara inaugura la estrofa “Castellana”


Por este llovido Paseo de las Cruces,
Al que piso y paso en esta tarde de paseo,
Siento haber paseado de niño, no lo ideo:
Es que lo recuerdo aún entre dos luces.

Obra esta tarde con lluvia en mí el deseo
De pasearte más, paseo que hoy reluces
Entre la lluvia tanto que aun más a mí seduces:
LAS CRUCES, paseo de mi infancia que rodeo.

Este paseo doblemente en hilera arbolado
Noto que ya lo tengo en mi adentro caminado.

Espacio amigo que añoro y siento recorrido.
Sombreado espacio que resuena eterno en mi oído.

Tomo tu larga recta anocheciendo por destino.
¡Resuena siempre en mí, espacio que ahora encamino!

Otro tiempo fue, pero en ti, antaño, paseaba.
cil estrofa CASTELLANA. Aquí acaba.

27-1-2016

Dos cuartetos consonantes con rima en oleaje –preferentemente-, seguido por una serie indefinida de pareados, también consonantes, hasta alcanzar una extensión variable de doce, catorce, dieciséis, dieciocho… versos.

Eso es la estrofa “castellana”. En algún lugar la he definido como un “soneto más sencillo” que el clásico, pero no por ello menos musical, sino acaso más versátil y apropiado a nuestros días.

En cuanto a su temática, la “castellana” es apta para hospedar cualquier tema. Veámoslo en el siguiente ejemplo, más complejo.

Creer, crear, soñar… es Amor

Creer, crear, soñar en algo hermoso,
Reír, gozar, sufrir, celar acaso,
Estar tenso y blando, del orto a ocaso,
Elegir rumbo aun el más peligroso.

Resistir mal la ausencia y el fracaso,
Concebir fe en terreno harto dudoso,
Recibir veneno y creerlo gustoso,
Esperar dicha avance, paso a paso.

Amar lo abrupto, desdeñar lo llano,
Resistir lo amargo, aguardar en vano.

Sentir que el tiempo no es… sino a tu lado.
Olvidar el daño que hayas causado.

Ñudos de dudas romper por anhelar
-Al ser que nos posee- en él estar.

Recomponer cada día que nace en otro, aun más nuevo,
EN ALGO HERMOSO… es Amor. En ambos, a diario, lo compruebo.

Y ahora veamos comportarse a la “castellana” con temática religiosa y en versión más corta, de sólo doce versos.

Castellana de mi Dios, el Cristo

Menos que nada soy, aun menos nada
En relación a ti, Jesús, el Cristo.
No puedo pensar que siquiera existo,
Otra cosa no que por Ti soñada.

Sólo en Ti soy, de tu materia visto,
Queriendo imitarte entre tu sagrada,
Unica sustancia nunca creada.
Encimado a Ti, a mí ya desprovisto.

Nada más que Tú ya soy, amigada
Aura divina que me envuelve, ansiada.

Dame tu mano que si en Ti y contigo me amisto,
SOY la afortunada brizna de mi Dios, el Cristo.

La castellana de arte menor

Pero ocurrió, a continuación, que “el soneto más sencillo que el clásico” siguió dando muestras de su versatilidad. Y la castellana consiguió lo que no consigue un soneto: ser válida también con versos de arte menor.

Un soneto de arte menor es, por definición, un fracaso, si se compara con su hermano mayor. Por eso, apenas se ha intentado y casi nada es lo conseguido.

En cambio, la castellana de arte menor mantiene toda su sonoridad con este tipo de versos e incluso realza los temas sentimentales. Veamos dos ejemplos de este tipo de castellanas.

Castellana de la eñe

Apogeo de la eñe
que no existía en latín
y que en Castilla por fin
a escribir bien nos enseñe.

La doble ene que a Hispania
la mudó antes en Espanna,
y dio con ella en España
a esta tierra de Occitania.

La “vínea” de la que mana
la viña hoy castellana,

la mejor cepa que hermana
a esta tierra soberana

de la lengua castellana:
virgulilla, a mí paisana.

Y “Castella” si a “Castiella”
pasó primero a escribir,
hoy no puede prescindir,
lleva contigo su huella

que afirma que es castellana
toda eñe con virgulilla
que proclamando a Castilla
de Castilla es escribana.

¡Apogeo de la eñe
que no existía en latín
y que en Castilla por fin
a escribir bien nos enseñe!

Castellana de Toledo iluminado al anochecer

I. Toledo, luces de caracola

Y van subiendo la luces
por recodos desde el río,
escalan el caserío
formando con ellas cruces.

Toledo del amorío
que a todo reino seduces
y nos sitúas de bruces
en todo el ayer bravío.

La capital castellana
repican ser tus campanas.

La capital española
repica ser tu aureola.

El alcázar lo declara
sobre colina tan clara.

II. ¿Cuál es tu tierra ancha?

¿Cómo te encuentras tan sola
arriba de tu caracola?

Dile a tu tierra: La Mancha,
que es una comarca sola,
y que o eres castellana
o quieres ser española.

Y que a Castilla-la Mancha
se da respeto oficial,
mas no es tierra emocional,
ni es tierra bastante ancha

para ser Castilla toda.
¡Y tú eres la capital
de la Castilla real
o si acaso la española!

¡Y tú eres la capital
de la Castilla real
o si acaso la española!

9-4-16

La castellana de arte menor: apta para saetas

Pero aún faltaba encontrarle una posibilidad más a la castellana de arte menor. Resulta ser muy apta para la expresión lírica de esos sentimientos religiosos con bastante emotividad y no poca angustia que denominamos saetas.

Para ello bastaba con repetir alguna estofa, a modo de estribillo, en medio de la composición o al final de la misma.

Y eso es lo que se va a comprobar en este libro. Son saetas. Son castellanas de arte menor. Inmediatamente veremos qué resulta de la combinación de ambas.

El origen de este libro “Saetas a las Semanas Santas de España”

Habiendo bajado a Córdoba por razones de trabajo el pasado Lunes Santo, día 21 de marzo, y alojados que estábamos mi mujer y yo en un hotel junto a la catedral, se le ocurrió a ella consultar alguna saeta de la zona, y lo hizo vía digital, saliéndonos al paso algunas saetas a las procesiones de determinado pueblo de la provincia cordobesa, que lamento no recordar.

Lo cierto es que las fechas, el lugar y las saetas que habíamos leído nos hizo retornar hacia Castilla con el recuerdo de algún pasaje especialmente logrado de ellas, y entonando la excelente letra, la melodiosa versión y la admirable música que le puso el cantante Joan Manuel Serrat, a “La saeta”, de Antonio Machado.

Las fechas, los desfiles, la ocasión, el contexto… el caso es que casi inmediatamente me puse a escribir algunas saetas en “castellanas de arte menor” dedicadas a la Semana Santa de Guadalajara. Y al poco de tener ya algunas, pensé que por qué no podía recoger todos los días de desfiles procesionales de Guadalajara y añadirle alguna “saeta” también a otras afamadas Semanas Santas.

Y si era “alguna saeta a otras Semanas Santas” también podía serlo a las de todas las regiones o Comunidades Autónomas de España. El resultado es este libro.

Van primero las que se dedican a la Semana Santa de Guadalajara, por orden de día en la Semana Santa. Y después las que se dedican a las regiones de España, por orden alfabético.

Se trata de una obra escrita a cuatro manos: María Victoria Fernández, mi mujer, y por mí mismo. No desvelaremos cuál de las composiciones pertenece a cada cual, aunque el lector avezado quizá descubra sutiles variaciones de estilo, aún tratándose en todos los casos de “castellanas”, de manera que acaso lo podría llegar a descubrir.

Y nada más, que el lector estas poesías las disfrute… y que las cante desde el primer momento, si gusta. Ha quedado dicho que la espléndida versión musical que Serrat realizó de “La saeta” machadiana ha quedado prácticamente como la quintaesencia de cualquier saeta, escríbase en la estrofa que se escriba.

Por mi parte, sólo me queda añadir que, como ya he hecho en algún otro de mis libros de poesía, en solitario, voy a anteponer el título de “Aria”, o composición para el lucimiento de una sola voz, a aquellas saetas cuya lectura recomiendo. Que, al menos, esas no le falten por saborear al lector.

Y desde este proemio, por anticipado, recomiendo dos, que a este prologuista le gustan más que otras. Aunque cada lector, en uso de su soberanía, decidirá libremente.

Las dos composiciones sugeridas por este prólogo son la Saeta del Henares y del Cristo del Amor y de la Paz, de la Semana Santa de Guadalajara, y la Saeta a la Semana Santa de Sevilla.

Quienes las han leído ya, las alaban como buenas. E incluso alguna opinión más me ha halagado que las otras. Por ejemplo esta: “Mil gracias por el envío de la “Saeta del Henares y del Cristo del amor y de la paz”. Es de mucha hondura religiosa. Que el Señor te siga acompañando para que no dejes de ver luz y de ser luz”. Atilano Rodríguez Martínez, obispo de Sigüenza-Guadalajara.

Que se lean esas dos, cuando menos, es mi deseo, y que gusten todas las que se lean, si es que ello fuere posible.

Juan Pablo Mañueco
13 de abril de 2016

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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