AL FUERTE DE SAN FRANCISCO, CONVENTO,
EN NOVIEMBRE (Liras).
No tanto es bravo el Fuerte
de San Francisco como el de Asís santo,
pues más a fe convierte
-y su tronar en canto-
Fuerte alzado claustro, ajeno a espanto.
Emboscado en sonoro
soto frondoso, sólo esa batalla
campal -que busca el oro
de otoño cuando estalla-
cuanta urda cenobio es, tras su muralla.
Trenza la torre blanca
gótica silueta esbelta hacia oeste,
que en suave otero arranca.
Convento en loma acueste
su cuadrado, asomado a azul celeste.
Cuerpo gigante escoge
nave inversa: alta quilla, nervios cruza
cual remos que recoge
la fe en fieles, y aguza
remada ola hacia el ara que entrecruza.
Bajo ábside, la cripta
ducal del Infantado -ocho pilares
y cúpula que encripta
urnas rumbo a otros mares
bogando sobre mármol rosa-, hallares.
Sal luego fuera, andante,
y sigue tu camino peregrino,
que en el Fuerte, un instante,
de San Francisco, opino,
viste, dulce de arte y triste en destino.
Juan Pablo Mañueco (Del libro, «Guadalajara, te doy mi palabra» 2014)