Elegía en liras a Miguel Hernández, cuyos ojos al morir no pudieron cerrarse (Parte III)
Tu clara vista abierta
de humanal vida sigue enamorada;
aún mira despierta,
en rehúso a la nada,
siente más el latido que la helada.
Los ojos, por tus ojos,
del mundo ya no son simples fanales
mirando los rastrojos
de quebrados cristales.
A belleza, iris izan verticales.
¡Qué cruel y acerba muerte!
Por celda fría y rejas peregrino,
tu silbo se convierte
en vulnerado trino,
¡A jilguero en yema han roto el camino!
¡Mas tu canto bravío,
pirotécnico estruendo de vocales,
bate a muerte con brío,
y emite sus señales
de azahar, limón, lirio y palmerales!
Que truena, truena, truena
tu voz no ha callado aún en la tierra.
Ramas posee y ordena
que se pare la guerra,
que escale alba en paz la más alta sierra.
Publicada en el libro “Castilla, este canto es tu canto. Parte II”, julio 2014.