Las mentiras de Rosa María Mateo

Hace un par de días, Rosa María Mateo presentaba en Barcelona su nuevo plan para RTVE en Cataluña: aumentar las horas de desconexión y de emisión en catalán desde las veinte horas actuales hasta ochenta en 2020, lo que confirma el propósito de Sánchez de agotar la actual legislatura. Y así será, nunca tuve duda, con el apoyo de las extremas derecha e izquierda golpistas catalanas, del nacionalismo vasco de extrema derecha y extrema izquierda posterrorista, y de la extrema izquierda de Podemos y sus mareas. El espejo del Callejón del Gato de lo que critica. Desde Zapatero, que ha visto cumplido su proyecto de dividir España y encenagarla de odio, todo es ya extremo.

La propuesta de Mateo es plausible. La propia Constitución establece que las otras lenguas de España que no son el español deben gozar de “especial respeto y protección”. Eso no se ha discutido nunca: la cooficialidad, la enseñanza de los idiomas vernáculos o la existencia de medios de comunicación que hagan visibles esas lenguas y permitan que sus hablantes maternos cuenten con reconocimiento y atención desde las instituciones públicas. Ese era el proyecto de la Transición al que el sistema autonómico pretendió dar respuesta y que, de haberse mantenido ahí, no habría creado controversia alguna.

El problema no son, por tanto, las lenguas, sino el uso político que se ha hecho de las mismas para sostener y prolongar el dominio de un grupo étnico-lingüístico (así se quieren ellos) sobre el resto de ciudadanos, sobre los más humildes, sobre los que un día cambiaron de región e hicieron posible la riqueza de ese grupo de privilegiados. Un dominio de clase, para que se enteren los comunistas de plastilina, de un grupo, por demás, minoritario, que es lo que se oculta para justificar esa tiranía neonazi, disfrazada de “normalización lingüística, cuando lo único normal, democrático, es dejar que la gente hable en lo que le dé la gana.

Y ahí es donde la argumentación de Mateo para justificar este plan, beneficioso y justo, sin duda, toma el color de las mentiras sobre las que vivimos en España desde hace demasiados años: la de que las lenguas son de los territorios y no de las personas, en primer lugar; y un principio básico de todos los fascismos: la nostalgia de una historia soñada y reconstruible, por la cual la Cataluña monolingüe del siglo XIV es igual a la de hoy y la Historia no ha pasado por ella.

Extraigo de la nota oficial de la web de RTVE lo que dice Mateo: “Un proyecto que supone el firme compromiso por convertirnos, definitivamente, en la televisión de todos los catalanes, en un medio afianzado en esta sociedad, que hablará aún más en su lengua, en catalán, y que dará voz a todos y cada uno de sus ciudadanos. TVE se expresará más en la lengua materna en la que hablan los ciudadanos de Cataluña, y lo haremos, por supuesto, en armonía con el uso del castellano. Ni más ni menos que como se hace en la sociedad”.

Falso, señora Mateo. Todo. La lengua de esa sociedad son dos, catalán y español. No se puede, pues, hablar de su lengua, sino de sus lenguas. Y, más grave, no tiene usted ni idea acerca de algo tan sencillo de entender como la “lengua materna”: la lengua primera, la de la madre, aquella en la que hemos conocido el mundo y comenzado a nombrarlo. Y que en Cataluña, siento decírselo, es, muy mayoritariamente, el español. Un 54% de los catalanes de hoy son de lengua materna española; un 34%, de lengua catalana; y el resto, árabe, farsi, bereber, urdu, etc.

Y a lo que usted contribuye con sus engañosos argumentos es a consolidar el dominio de casta de ese 34% sobre el resto de los catalanes. La razón por la que dieron el golpe. La razón por la que apoyan a Sánchez y van a aprobar sus presupuestos. Y la razón, claro, por la que usted está en RTVE para emitir desatinos que sirvan a la causa. De la opresión, señora, aunque pretenda ignorarlo.

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