Región de Naciones

Se trata de un reto. No se pierdan. Si Pablo Iglesias ha concebido una Federación Confederal, Pedro Sánchez le ha hecho frente con una Confederación Federal. Ambas son un oxímoron, un imposible, una capullada, y perdonen, pero eso no importa. Lo que importa, lo patriótico, es quién se va a quedar con los votos nacionalistas en las próximas elecciones.

En el primer caso, la Federación Confederal, lo que era una nación desde que el primer romano le llamó a esto Hispania, se convierte en varias naciones, accidentalmente unidas pero con soberanía propia y derecho a separarse cuando les plazca, aunque, eso sí, férreamente, totalitariamente uniformes en su interior: una lengua, un pueblo, y una sola casta que lo dirija.

En el segundo, la Confederación Federal, se reconoce que España es un error, que no era una nación sino varias, una especie de naranja con gajicos que salen de gajos mayores, y a los que mi madre llamaba hijicos a ver si así me comía la fruta, y que lo que hay que hacer es unirlas federalmente tras haberlas separado primero.

Se supone que las federaciones socialistas pasarán a llamarse confederaciones, aunque el modo de hacerlo de Sánchez es curioso, pues les está arrancando la cabeza a los señores de esas federaciones confederadas, para sustituirlos por virreyes en el mejor estilo de cualquier rey absoluto.

En ambos casos, de lo que se trata es de demoler el concepto de nación moderna o de los ciudadanos, una nación erigida sobre los derechos individuales que venía a superar las supuestas naciones culturales medievales (poco más que territorios feudalizados) y las posteriores monarquías absolutas. E imponer el nuevo criterio que va a ordenar el mundo: los sentimientos.

Lo ha dicho el pensador que hay detrás de Sánchez, el ideólogo del nuevo Pedrosoe, lo ha dicho Iceta desde la atalaya de control venenoso que el PSC viene ejerciendo sobre el socialismo expañol: “Una nación es un sentimiento”. Ya no serán la historia y las leyes las que definan las naciones como ámbito histórico y jurídico, sino los sentimientos, como el sexo sentido frente a la naturaleza o el equipo de fútbol como patria sentida.

Ahí está resumido todo lo que viene. Ya no hay verdades, ni hechos, ni ciencia posible. Una nación es un sentimiento. Nos vamos a divertir.

Por mi parte, y en punto a sentimiento, no reconozco más nación sentimental que Caravaca. Así que exijo cambios constitucionales y estatutarios que den cuenta de ese sentimiento nacional y que se deje de asociarnos con Cehegín. Y hasta con Calasparra, asunto con el que su alcalde actual, reconocido pedrosista, estará de acuerdo. Ni Cehegín ni Calasparra son naciones, a joderse, aunque nos quedamos con el arroz. De Moratalla, lo podemos discutir o incluirla en la de Caravaca.

Igualmente, exijo que en la Asamblea de la Región de Murcia Podemos y Pedrosoe se pongan de acuerdo en si vamos a ser una federación de una confederación, o una confederación federada. Y sobre todo, que definan de una vez a qué nación pertenecemos, ya que somos la única región que va a quedar, con Almería, por lo que propongo formalmente que pasemos a definirnos como Región de Naciones.

Pedro y Pablo, en su infinita ignorancia, desconocen que la I República estalló por aquí, y que no nos busquen las cosquillas que tenemos naciones a capazo, de Jumilla a Lorca y de Cieza a Cartagena, y que hay hasta pedanías, como Barranda y Archivel, que también son naciones. E incluso kábilas, como los Ceyt-Abuceyt o los Abul Khatar, que también han hecho nación. Y el Caballo del Vino “El Terry”, que es el mío.

No queda otra. Como España desaparece, porque no puede ser una nación de sí misma (¿o sí?), tendremos que votar, en referéndum decisorio, si nos apuntamos a Catalunya, Euskalherría, Galiza, Lo Regne, Ses Îlles, País Guanche, Asturies Patria Querida, ExtremaVara Barcelonista, Andalucía de Sevilla, Andalucía de Granamálaga, Aceituneros Altivos, Revilla y León, o Castilla, la única, por cierto, verdadera nación cultural y la única que no reclama nada. A A Manxa no podemos apuntarnos por lo del agua.

Y así quedará esto: “Artículo Uno de la Constitución del 2018: La Confederación Federal Ibérica es una nación de naciones federalmente confederada formada por dieciséis o diecisiete naciones, con algunas islas y una única región, la Región de Naciones del Sureste. Esta única Región, como anomalía, es a extinguir, y será destinada a desierto”.

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