Labor de Zapa

A nadie le cuadró tanto una expresión. De la pala pequeña llamada ‘zapa’, el trabajo de zapa consiste en socavar, corroer algo para hundirlo y obtener beneficio. La Academia la define como la labor “que se hace oculta y solapadamente para conseguir algún fin”. En el caso que nos ocupa no se me ocurre otro fin que la querencia dañina de su propia naturaleza (“ni una mala palabra, ni una buena acción”, que decían de él en su León también falsamente natal); y, sobre todo, la voluntad de satisfacer su orgullo resentido. Su legado de cizaña. Sus ocurrencias. El afán de justificar incluso sus ‘pentimentos’ -como la reforma de la Constitución- en la tarea de desencuadernar España y reducirla a un mal sueño de la Historia, la pesadilla discutida y discutible contra la que dirigió siempre su obra de discordia y enfrentamiento civiles. Su labor de Zapa dejó a España al borde de la desaparición y del Estado fallido, empobrecida, enfrentada y en manos de sus acreedores.

Pero con España iba también su partido, responsable de haberlo acompañado y sostenido en sus delirios. Y esa mezcla de izquierdismo de las costumbres y las palabras, con el más feroz capitalismo de los hechos, llevó a la insatisfacción general y a que de ella brotaran los independentistas a los que no les había terminado por dar la Confederación, y los revolucionarios de resort caribeño de las barritas a/o, sus herederos, los que proclaman que Pueden cumplir las promesas tontucias con que los inundó durante ocho años. Esos sus hijos que ahora acabarán con el Partido que lo alzó a la cabeza del Estado.

Entretanto, él sigue conspirando. Es su signo. Sus ojitos y su ‘talante’ no encubrieron nunca otra cosa que una infinita soberbia, hipócritamente oculta bajo el disfraz de humilde franciscano con que se presentaba al mundo. Hoy sigue jugando a ser el Ex que se abstiene de intervenir, no como el Gran Jabalí Blanco, cuando su labor soterrada de enredador no ha cesado desde entonces. Pedro Sánchez cometió el pecado de no contar con él, a pesar de nombrarlo (cada vez que lo hace pierde votos) como el “libertador” (el estafador que dejó indefensas y sin igualdad legal a las parejas de hecho, mientras engañaba a todo el mundo con su matrimonio gay).

Estás muerto, Pedro. Todo está pactado en aquella cena con Bono y el nuevo Pablo Iglesias. La Guerra Civil debe continuar. Gobernará la lista más votada, contra tus promesas, y apoyarás a los señoritos de Podemos o saldrás a escobazos. A palazos. La izquierda del pasado, que Zapa destruyó, es el puente para la nueva izquierda, hija de Zapa. Y él sigue siendo el gran artífice, el conducator que sonríe en la sombra.

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