El Barça, el referéndum y la Liga (y Mas)

España se nos cae a pedazos y nos preguntamos qué nos ha pasado. Y sin embargo la respuesta está en uno de los chascarrillos más certeros que contamos sobre nosotros mismos: en España no cabe un tonto más. Y lo que es más grave: que en la dos regiones expañolas más desarrolladas y ricas, Vascongadas y Cataluña, no es que ya no quepan, es que se les han empezado a caer al mar, desbordados de tontos salidos de esa incubadora de la necedad que es el nacionalismo.

Para confirmar el aserto bastaría con la reacción ante el ébola, el perro y la auxiliar de enfermería: desde el que dio la orden de traer al misionero, a la ministra que siempre fue ex-ministra, pasando por el presidente de Igualdad Animal, ¡igualdad animal!, o los fanáticos animalistas o animalicos del PACMA, para llegar a esa lideresa del progresismo que es Ada Colau sugiriendo que el ébola responde a un plan maquiavélico del Gobierno para exterminarnos. Pero lo más grande, en punto a tontos, es advertir que lo que verdaderamente les preocupa a los separatistas catalanes sobre los efectos de la independencia no es la ruina ni el enfrentamiento: es que el Barça no juegue la Liga. ¡Home, aixó no! Acaban de declararse partidarios del referéndum, o sea, de la división de la soberanía y consecuente reconocimiento de independencia que en sí mismo supone el referéndum, pero, eso sí, el Barça jugará en la Liga española o donde quiera (al Espanyol lo llevan de mascota: en lo que se han quedado los pericos desde que se hicieron catalanistas y le cambiaron el nombre a su club), afirman, más chulos que un ocho, quienes acusan de chulos a los demás españoles.

Lo ha dicho hasta la Rahola, la pensadora de Mas. Y alegan que sin el Barça perdemos mucho. Ni siquiera se paran a pensar (¿pensar?, el “pensamiento nacionalista” siempre fue un oxímoron) en lo que pierden ellos. Nosotros perdemos siete millones y medio de habitantes. Ellos pierden 40. Nosotros seguiremos siendo una gran nación y una de las mejores Ligas de Europa. Ellos serán Albania. Quieren irse, pero quedarse. Poner fronteras, pero sin aduanas. Dejar de comprar nuestros productos, pero seguir vendiéndonos los suyos.

La guinda la puso el pasado miércoles por la noche Vicent Sanchis, un periodista valenciano de larga trayectoria al servicio del catalanismo (¿a qué pasaporte se acogerá este buen hombre?), representante del Òmniun Cultural, una de las principales patas del separatismo, en un debate en TVE: cuando la representante del Instituto de Estudios Económicos, Almudena Semur, dijo no entender que un pueblo de comerciantes quisiera poner barreras, el ‘òmniunense’ le contestó que ellos no ponían barreras, querían separarse pero ¡éramos nosotros y Europa los que se las poníamos! Más o menos, como si el Gobierno de la Alemania comunista se hubiera quejado del Muro que acababa de levantar.

Hasta ese momento estuve preocupado por lo que habría de venir. Pero después del Barça extranjero jugando la Liga española, y de Sanchis(por no hablar de Juliana, que merece una enciclopedia del National Geographic), ya no, nunca más. Esto es una charlotada, el separatismo es la Banda del Empastre, un grupito de adolescentes malcriados que quieren emanciparse pero que mamá les lleve la comida todos los días al pisito. Lo único que en el fondo quieren es ganar la Liga, o sea, jodernos. Lo peor no es que estos cretinos se quieran separar: es que no quieren.

P.D Mientras termino este post, va Mas y se tira en marcha, como el gran Capitán Araña que siempre fue, y me deja sin artículo. Lo del Barça es mejor, sumándose al separatismo el día antes de que descarrile y se vaya a tomar por retambufa. No tienen arreglo. País.

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