Hermosillo

Efrén Mayorga

La percepción y los medios de comunicación, algunos aspectos.

+ La preocupación por el delito repercute de modo directo en las actitudes punitivas.
+ Pero los medios de comunicación ofrecen una visión deformada de la realidad delictiva de un país.
+ Da la sensación que los medios de comunicación necesitan crear ese miedo o inquietud, sin tener en cuenta las consecuencias que ello provoca.

De acuerdo a algunos estudios los medios masivos de comunicación contribuyen en gran parte a fijar las maneras de pensamiento de la sociedad; determinan en gran medida ideas, hábitos y costumbres. Hoy resulta inconcebible un mundo sin televisión, Internet, TV Cable, radio, prensa y La credibilidad de que gozan los medios de comunicación se convirtió en evidencia la noche de Halloween de 1938 en Estados Unidos, cuando un joven de veintitrés años, George Orson Welles, desde un pequeño estudio de Nueva York, radió una adaptación de la novela La guerra de los mundos.

Una hora de actuación fue suficiente para que millones de radioyentes creyeran que el país estaba sufriendo una invasión marciana y cundió el pánico. El bucle de la ironía es que, según coinciden los sociólogos que estudiaron el fenómeno, no fue tanto el pánico: por más que algunos ciudadanos intentaron huir del supuesto ataque con gas, lo cierto es que la propia radio consiguió hacer creer al público que el miedo se extendía y con una intensidad mucho mayor de la que realmente alcanzó.

El poder de los medios de comunicación en las sociedades modernas está sobradamente estudiado, sobre todo en ámbitos de inminente interés práctico como son la publicidad de bienes de consumo y servicios o las campañas electorales.

La imagen que un ciudadano cualquiera puede componerse sobre la criminalidad en su país depende, sin duda en primer lugar, de su propia experiencia como víctima o de la de sus allegados. En su defecto se convierten en fuente principal las noticias que difunden los medios en relación con la delincuencia, cuando no el mero rumor sobre la experiencia de otros.

Pero los medios de comunicación ofrecen una visión deformada de la realidad delictiva de un país. Pueden iniciar la cobertura de una supuesta ola de delitos, con independencia de los índices que aportan los datos oficiales, e igualmente ponerle fin.

Este fenómeno ficticio produce, sin embargo, consecuencias muy reales: aumento de efectivos policiales, reformas legislativas o costes políticos elevados, como la posible pérdida de unas elecciones si los ciudadanos creen, con base o sin ella, que el Gobierno no puede controlar la delincuencia.

Preocupación y miedo al delito son dos conceptos a distinguir. La preocupación por el delito o la delincuencia va referida a la estimación general que tienen los ciudadanos de la seriedad del problema de la delincuencia. Tal juicio, que se supone cognitivo, no se sustenta en la sociedad española sobre la necesaria y adecuada información, debido a la política de falta de transparencia y hermetismo de las instituciones públicas con respecto a los datos oficiales sobre la delincuencia, como no dejan de denunciar los criminólogos.

La preocupación por el delito repercute de modo directo en las actitudes punitivas, de modo que a mayor preocupación, mayores exigencias de amplitud e intensidad de la intervención penal. Las variables demográficas que parecen influir más en las actitudes punitivas son la edad, la formación y, sobre todo, la tendencia política.

El miedo al delito puede definirse como la percepción que tiene cada ciudadano de sus propias probabilidades de ser víctima de un delito, aunque también se puede entender como la simple aprensión de sufrir un delito, si atendemos tan sólo al aspecto emocional y no a los juicios racionales de ese ciudadano. De hecho, la carga emotiva suele prevalecer, pues, según numerosos estudios empíricos, el miedo al delito no se relaciona con las posibilidades reales de ser víctima, esto es, no responde a causas objetivas y externas.

Los ciudadanos temen más ser víctimas de un delito contra las personas, en cuanto implique acometimiento personal, que de un delito contra el patrimonio, a pesar de que el índice de los primeros es muy inferior al de los segundos; ya que, son precisamente los delitos que más atemorizan los que mayor repercusión mediática alcanzan.

El miedo al delito, fundado o no, puede tener graves consecuencias, hasta el punto de que se ha llegado a considerar un problema tanto o más grave que la propia delincuencia.

A nivel individual, provoca cambios de conducta, en el intento de no sufrir un delito, que afectan al estilo y calidad de vida del ciudadano. A nivel colectivo, las repercusiones pueden ser muy destructivas para la vida comunitaria, en tanto se reduce la interacción social, se abandonan los espacios públicos o se rompe el control social informal.

Si intentamos establecer alguna relación entre los dos conceptos que analizamos, parece que la preocupación por el delito no comporta necesariamente miedo a ser víctima, o dicho en otros términos, aquella no proviene de la sensación personal de peligro, según concluyen diversas investigaciones.

(Textos tomados de.- LA INFLUENCIA DE LOS MEDIOS EN LA PERCEPCIÓN SOCIAL DE LA DELINCUENCIA. Susana Soto Navarro. Profesora de Derecho Penal. Universidad de Málaga. RESUMEN: En el presente artículo se exponen los resultados de un estudio de campo desarrollado por la autora al objeto de verificar varias hipótesis relacionadas con el tratamiento informativo de la delincuencia.)

Así, pues, bien se puede correlacionar lo anterior con lo que a continuación se transcribe: El nuevo paradigma de la seguridad ciudadana no podría quedar completo sin la participación activa de los medios de comunicación social, cuya influencia en la comunidad es sumamente importante a la hora de aportar datos específicos a la opinión pública.

Las causas de inseguridad en las ciudades son muchas y los medios de comunicación suelen contribuir a agravarlas, ya que se constituye en fuente de marcadas distorsiones en la percepción que el pueblo tiene respecto de ese fenómeno.

Con el fin de «vender el producto o la información», los crímenes más violentos suelen aparecer en primera plana de los periódicos, aun cuando tales actos se hayan cometido muy lejos de la zona en que viven los ocasionales lectores.

Es lógico que esta información genere un sentimiento desmesurado de inseguridad que nada condice con la realidad del lugar donde se recepciona la misma, agregando a ello que tampoco existe ni cerca la posibilidad que ocurra ese tipo de delito.

Da la sensación que los medios de comunicación necesitan crear ese miedo o inquietud, sin tener en cuenta las consecuencias que ello provoca, como ser: mayor anonimato y escaso contacto entre vecinos, aislamiento y vulnerabilidad. La ignorancia y el rumor alimentan los prejuicios, convirtiendo la diversidad étnica, cultural e ideológica en una amenaza.

Sin embargo, usted tiene la última palabra en su única, exclusiva y personalísima, socialmente hablando…percepción.

Selección de texto a partir de lo publicado en:
+ http://odiseo.com.mx/bitacora-educativa/2006/06/medios-masivos-comunicacion-su-influencia-educacion#sthash.6ziKj4oJ.dpuf
+ http://criminet.ugr.es/recpc/07/recpc07-09.pdf
+ http://querespuesta.com/questions/view/38/-cual-es-la-participacion-de-los-medios-de-comunicacion-social-en-la-seguridad-ciudadana

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