Hermosillo

Efrén Mayorga

El asesinato de Luis Donaldo Colosio, 23 de marzo de 1994

+ He aquí las preguntas oficiales del Fiscal del caso Colosio y las respuestas de Carlos Salinas, Manuel Camacho, Ernesto Zedillo, Córdoba Montoya y Luis Echeverría
+ Los papeles del fiscal.
+ Por Héctor de Mauleón 1 ENERO, 2014, revista Nexos
+ VER PALABRAS DE LA SRA. DIANA LAURA RIOJAS VDA DE COLOSIO EN EL FUNERAL DE SU MARIDO ASESINADO
+ VER DISCURSO INTEGRO DE LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA EN LOMAS TAURINAS, TIJUANA EL 23 DE MARZO DE 1994
+ VER DISCURSO INTEGRO DE LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA EL 6 DE MARZO DE 1994

Se bajó de un templete improvisado en la parte trasera de una camioneta, caminó entre la gente que se apretujaba contra él. Sonriente saludaba a todos los que se encontraban a su alrededor. Avanzaba lento en el mar de personas.

Se trataba de uno de los últimos eventos de la primera etapa de su campaña, Colosio quería cerrar muy fuerte ese proceso en Sonora, su tierra.

Ese 23 de marzo de 1994, el candidato priista por la Presidencia de la República llegó al aeropuerto Abelardo Rodríguez de Tijuana pasadas las cuatro de la tarde.

Iba tarde para su mitin en una de las colonias populares de la ciudad fronteriza. El evento fue organizado por el grupo priista conocido como Tucan (Todos Unidos Contra Acción Nacional).

Vestido con una camisa azul cielo y una chamarra blanca, el sonorense se subió en la Blazer que siempre lo acompañaba a sus eventos de campaña. En el camino revisó las tarjetas de apoyo para su discurso…eran las 17:08 horas de la ciudad de Tijuana….

A continuación el texto de la revista Nexos del mes enero de 2014.

Los separaban sólo dos minutos y un remolino compuesto por cientos de personas. El candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, bajó del templete en el que acababa de pronunciar un discurso, y dijo: “¡Vámonos, vámonos!”. Estaba a 13.5 metros del sitio en donde Mario Aburto iba a encontrarlo. En las bocinas sonaba la canción “La culebra”. Aburto comenzó a desplazarse entre la gente. Cuando se hallaba a un paso del candidato, una mujer oyó que alguien le decía: “¡Quítate, cabrón!”. Mario Aburto respondió: “¡Oooh!, es que quiero saludarlo”. Extendió el brazo, acercó la Taurus .38 con cachas de madera a la cabeza de Colosio, y disparó.

Como nunca en la era posrevolucionaria el clima político de México estaba enrarecido. Había ocurrido el levantamiento zapatista en la selva de Chiapas, el precandidato priista a la presidencia, Manuel Camacho Solís, se había negado a reconocer, durante meses, la candidatura de Colosio, y desde su nombramiento como comisionado para la paz en Chiapas no hacía otra cosa que atraer sobre sí la atención de los medios, que apenas volteaban a mirar al candidato oficial. Corrían versiones de que la relación entre Colosio y el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, se hallaba seriamente fracturada. La prensa hablaba de “una campaña contra la campaña”; insinuaba que se maniobraba desde Los Pinos, para sustituir al candidato.

En ese contexto ocurrió el atentado contra Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana.

Dos semanas más tarde, el fiscal Miguel Montes anunció lo que ya, según la prensa, “todo mundo sospechaba”: “Que a Colosio no lo mató un loco, sino una conjura […] Que Mario Aburto fue el ejecutor material del crimen, pero que otras cuatro personas más ya detenidas, Tranquilino Sánchez, Vicente Mayoral Valenzuela, Rodolfo Mayoral Esquer y Rodolfo Riva Palacio, le ayudaron. Otros dos más también lo hicieron, aunque no se sabe ni sus nombres ni su paradero” (El País, 5 de abril de 1994).

En el video obtenido por un aficionado, el fiscal Montes había observado que al terminar el mitin “varias personas impidieron con sus manos y sus cuerpos que la seguridad del candidato, el Estado Mayor Presidencial, controlara la situación”. De acuerdo con el fiscal, aquellos individuos habían rodeado a Colosio en formación “diamante”: un trabajo que sólo “profesionales conocedores de las aglomeraciones y con cierto acceso al entorno del candidato” habrían podido hacer.

Uno de los detenidos, el priista Rodolfo Riva Palacio, vinculado a la policía de Tijuana, había reclutado a los otros sospechosos en la delegación local del PRI. El video mostraba que Tranquilino Sánchez estorbaba los movimientos del general Domiro García Reyes, responsable de la seguridad de Colosio; revelaba que el ex judicial de Tijuana Vicente Mayoral se encargaba de abrir paso a un sujeto no identificado, que segundos antes de los disparos se había tirado al suelo “para hacer que Colosio se detuviera” (la policía lo bautizó como “El Clavadista”). El video mostraba, también, que un segundo desconocido, al que se llamó “El Lentes” se había agachado para que Aburto pudiera extender el brazo en el que llevaba la Taurus. Se podía apreciar, en fin, cómo el cuarto detenido, Rodolfo Mayoral Esquer, empujaba a otro de los encargados de la seguridad de Colosio, el coronel Federico Antonio Reynaldos del Pozo, con la evidente intención de obstaculizarlo.

No había duda: para el fiscal, se trataba de una “acción concertada”. Un maremágnum de sospechas, chismes, filtraciones y acusaciones sacudió a la clase política mexicana. Tres meses y medio más tarde, el 14 de julio de 1994, luego de investigar el entorno del enigmático Aburto, y de hallar escondido en un baúl el “Libro de Actas” escrito por éste, el fiscal Miguel Montes descartó la hipótesis inicial del complot y la sustituyó por la versión del “asesino solitario”.

La viuda del candidato, Diana Laura Riojas, consideró que el cambio de opinión del fiscal resultaba “poco convincente”. Nada logró variar la impresión de que el asesinato era resultado de una querella por el poder que, desde la designación de Colosio como candidato, había enfrentado a la clase gobernante.

Las sospechas recayeron en el precandidato Manuel Camacho Solís, pero sobre todo en el presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien se acusó de orquestar el complot desde Los Pinos, a través de su jefe de asesores, José Córdoba Montoya.

Cayó el fiscal Miguel Montes. Comenzaron a desfilar nuevos encargados del caso, Olga Sánchez y Pablo Chapa Bezanilla. En agosto de 1996, Luis Raúl González Pérez se hizo cargo de la fiscalía especial. Para entonces los sospechosos de la “acción concertada” se hallaban libres por falta de pruebas. Mario Aburto había sido condenado a 42 años de prisión.

Luis Raúl González Pérez siguió 27 líneas de investigación e intentó desahogar más de 300 sospechas. El proceso incluyó casi dos mil declaraciones, repartidas a lo largo de 68 mil fojas. En un hecho inédito en la vida del país, en aquel proceso declararon un presidente en funciones, Ernesto Zedillo, y dos ex presidentes de la República: Carlos Salinas de Gortari y Luis Echeverría Álvarez (Salinas quedó registrado como el primer mandatario mexicano sometido a interrogatorio por parte de autoridades judiciales).

Aunque ciertos contenidos del expediente alimentaron columnas, reportajes y notas de prensa, los interrogatorios del fiscal y las declaraciones recabadas por éste no se publicaron jamás. Durante 20 años, aquellos aquellos miles de fojas quedaron en manos de abogados, testigos, declarantes y terceros. En ellos yace la novela no escrita sobre una clase política que arrojó al país a una de sus crisis más serias: un retrato completo de los usos y costumbres del priismo, realizado por él mismo.

Carlos Salinas declaró durante 12 horas y respondió 397 preguntas. Manuel Camacho dio respuesta a 111, Ernesto Zedillo a 35, Luis Echeverría a 15 y José Córdoba Montoya a 197. Lo que el lector hallará a continuación, despojados en lo posible de su estilo judicial, son los extractos más significativos de aquellos interrogatorios, una colección de documentos históricos sobre el primer magnicidio cometido en México luego del asesinato en “La Bombilla”, en el lejano 1928, del presidente Álvaro Obregón.

Interrogatorio a Carlos Salinas de Gortari
—¿El licenciado Colosio llegó a expresarle su molestia o inconformidad por la designación del licenciado Manuel Camacho Solís como comisionado para la paz en Chiapas de manera honoraria?

—No. Me preguntó por qué y le contesté que Camacho Solís quería que fuera así para poder presentarse en las negociaciones no como empleado de gobierno sino como enviado del presidente.

—¿Sabe cuál fue la reacción del licenciado Camacho al anunciarse la precandidatura del licenciado Colosio, y qué opinó al respecto?…

Interrogatorio a Manuel Camacho Solis
¿Estuvo de acuerdo con la nominación del PRI en relación con la candidatura del licenciado Colosio a la presidencia?

—Yo dije: no estoy en contra de la candidatura de Luis Donaldo, pero sí en contra del grupo de interés que está detrás de él. Y dos, le llamé para desearle éxito.

—¿Le hizo saber actos de corrupción del ingeniero Raúl Salinas al entonces presidente?

—Le dije al presidente todo lo que a mí me llegaba de información al respecto. Al presidente le dije siempre todo lo que sabía aun aquello que pudiera perjudicarme.

—¿Cuál fue la respuesta que le dio el presidente?

—Que hablara con Raúl. Recuerdo alguna referencia que había hecho el ingeniero Heberto Castillo de algunas importaciones de azúcar, no recuerdo bien, en la campaña política del ingeniero Castillo. Hablé con Raúl, y en esa y otras ocasiones negó por completo los hechos.

—¿Cuál fue la razón por la que el 28 de noviembre no acudió a saludar al entonces precandidato a la presidencia?

—Por lo que acabo de decir y por otra razón…

Interrogatorio a Ernesto Zedillo
—¿El licenciado Colosio le expresó algún comentario sobre lo dicho por el licenciado Salinas, cuando el 27 de enero de 1994, en la residencia oficial de Los Pinos, expresó la frase: “No se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo Colosio”? ¿Supo cuál fue la intención de dicho mensaje?

—No recuerdo ningún comentario específico de su parte, pero sí que se le vio molesto después de esa declaración. Nunca platiqué sobre la misma con el licenciado Salinas…

Interrogatorio a José Córdoba Montoya
—¿Consideró que retirarse del país a los pocos días del homicidio del licenciado Colosio y por la cercanía que ya señaló con el nuevo candidato, motivaría comentarios adversos a usted?

—En ese momento nunca imaginé que la cercanía entre la fecha del asesinato de Colosio y mi salida del país pudiera propiciar sospechas. Acepté irme porque sentí que ése era mi deber y mi contribución al mejor logro de los objetivos del gobierno…

—¿Cómo y en qué forma se enteró del atentado?

—Yo estaba en mi oficina. Me llegaron varias llamadas, tomé la que me pareció más importante: la de Ernesto Zedillo, entonces coordinador general de la campaña. Me dijo que estaba recibiendo varias llamadas sobre un atentado que acababa de ocurrir en Tijuana. Me preguntó qué sabía. Le respondí que de momento nada pero que iba a investigar. Me dirigí a la oficina del presidente, que estaba abierta. El ayudante me señaló que estaba en la planta baja, en el salón Vicente Guerrero, en una reunión con un grupo de campesinos. El acto estaba por concluir, el presidente estaba dirigiendo un mensaje final. Vi al general Cardona, entonces jefe del Estado Mayor Presidencial, en la puerta del salón. Le pregunté si tenía información sobre un atentado en contra de Colosio, me dijo que no. En ese mismo instante un ayudante le comunicó que tenía llamadas urgentes en su oficina.

—¿Cuáles fueron las primeras instrucciones específicas que giró el licenciado Salinas?

—Entiendo que giró múltiples instrucciones, casi todas por vía telefónica, por lo tanto yo ignoro su naturaleza. Sé que una de las primeras fue la integración de un grupo médico en la ciudad de México que pudiera trasladarse a Tijuana y dar seguimiento al estado de salud de Colosio.

—¿En qué momento se entera de la muerte del licenciado Colosio?

—Ya tarde, en la noche. Nos encontrábamos en una pequeña reunión de trabajo en la oficina del presidente. Le pasaron una tarjeta indicándole que tenía una llamada telefónica, se retiró para atenderla a una oficina adyacente. Salió a los pocos minutos y nos comunicó a los presentes que le acababan de informar, desde Tijuana, que había fallecido Colosio…

Interrogatorio a Luis Echeverría Álvarez
Desayuné tres veces con el presidente durante los meses siguientes y hasta su salida de la presidencia. El tercer desayuno fue poco antes de su salida. Me hizo un llamado y fue un poco de cordial despedida. Me atrevo a suponer que lo mismo sucedió con José López Portillo y Miguel de la Madrid. Luego, como es públicamente conocido, a fines de septiembre envió un comunicado a todos los diarios y canales de televisión de México, en donde manifestaba, entre otras cosas, que yo coordinaba a algunos funcionarios muy distintos entre sí para que lo atacaran o lo criticaran: Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muñoz Ledo, Ignacio Ovalle, Adolfo Aguilar Zínser. El lunes se presentaron en mi casa 40 o 50 periodistas, pero no me encontraron. Yo mandé un pequeño boletín a la prensa expresando que esas personas, como muchas otras, habían sido mis colaboradores 20 años antes. Les dije que yo no coordino ni a mis hijos ni a mis nietos, que son muchos. Después leí la entrevista de Salinas publicada en Reforma, en donde expresó que había un complot político y que en la visita de mi pésame a Los Pinos por la muerte de Colosio yo había sugerido que fuera candidato su secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, Emilio Gamboa Patrón. Ignoro el porqué de la afirmación. En esa misma entrevista, Salinas manifestó que el complot político se extendía a algunos dirigentes del PRI o algo parecido. Hay un lejano antecedente que pudiera explicar el porqué de la afirmación: año y medio atrás mi esposa fue sometida a una delicada y exitosa operación quirúrgica en el hospital de especialidades del centro médico de la Raza. El licenciado Gamboa era el director del Seguro Social. Se enteró que mi esposa estaba ahí y ordenó a la dirección del hospital todo género de atenciones, lo cual fue cumplido. Subrayo que esto fue mucho antes de que fuera secretario de Comunicaciones. Unas semanas después, en un desayuno, le expresé al presidente que el director del Seguro Social y todo el personal del hospital se habían portado espléndidamente, y que les habíamos enviado una carta de agradecimiento. Fuera de esa expresión de agradecimiento, nunca hablé con el presidente Salinas de Gamboa. He evitado responder a periodistas en los últimos meses para no contribuir con elementos de confusión en este asunto como en muchos otros.

LEA EL TEXTO COMPLETO EN LA REVISTA Nexos, DEL MES DE ENERO DE 2014. “El asesinato de Luis Donaldo Colosio” Escrito por: Héctor de Mauleón, Escritor y periodista. Autor de La perfecta espiral, El derrumbe de los ídolos y El secreto de la Noche Triste, entre otros libros.

El asesinato de Luis Donaldo Colosio

VIDEO DEL DISCURSO DEL 6 DE MARZO DE 1994.-

VIDEO DEL ASESINATO DE LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA.-

Reporte televisivo del Asesinato de Luis Donaldo Colosio – 23/Marzo/1994 – 02/23

ASPECTOS DEL SUPUESTO ASESINO

Discovery Channel El Caso Colosio

Asesinato de Luis Donaldo Colosio – 23/Marzo/1994 – 11/23

Colosio complot. Ricardo Rocha 1999 y FBI

Discurso de Diana Laura Riojas viuda de Colosio, el 25 de marzo de 1994
http://www.youtube.com/watch?v=gymIA7iga40

ENTREVISTA CON HIJO DE LUIS DONALDO COLOSIO

VER AQUÍ ¿Qué dijo la prensa el día después de que mataron a Colosio?
http://www.milenio.com/politica/magnicidio-Lomas_Taurinas-Tijuana-Luis_Donaldo_Colosio-PRI-asesinato-Carlos_Salinas-23_de_marzo_de_1994_5_262223776.html

A CONTINUACIÓN DISCURSO COMPLETO PRONUNCIADO POR LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA EL 23 DE MARZO DE 1994, SU ÚLTIMO DISCURSO EN LOMAS TAURINAS MOMENTOS ANTES DE SER ASESINADO:

Amigas y Amigos de Baja California:
Vengo una vez más a Baja California, una vez más a Tijuana. Vengo una vez más a Tijuana y a Baja California al encuentro con los nuestros, al encuentro con los míos.
En repetidas ocasiones hemos dialogado. Primero cuando fui dirigente nacional de nuestro Partido. Después, como Secretario de Desarrollo Social. Y ahora vengo a Tijuana, a Baja California con mucho orgullo como su candidato a la Presidencia de la República.
Y qué bueno que como primer evento en esta jornada de trabajo, la primera de varias que me propongo realizar por Baja California sea aquí, en Lomas Taurinas; sea aquí en esta asamblea popular con habitantes de las colonias populares de Tijuana.
Quiero decirles que en esta contienda política, en esta contienda democrática, mi propósito es encabezar un gobierno que esté cerca de la gente, donde la iniciativa popular sea el eje fundamental para el avance y el progreso social.
Quiero ser Presidente de México para estar cerca de las colonias populares de Tijuana y de Baja California.
Quiero encabezar un gobierno que sea sensible a los reclamos y a las demandas de las comunidades, de los barrios, de las colonias populares. Sé de los retos que se enfrentan en estas colonias populares de Baja California y de Tijuana.
Pero lo que sí también sé, y eso lo he aprendido de ustedes, es que con unidad, con esfuerzo conjunto, con la suma de voluntades, no habrá obstáculo que no podamos vencer.
Los invito, amigas y amigos de Tijuana, amigas y amigos de las colonias populares, a que hagamos de esta campaña nuestra un espacio de comunicación política, un espacio de amplia comunicación, de diálogo y de decisión.
Los invito a que nos unamos a esta campaña que no solamente es de Colosio; esta campaña es de todos y cada uno de ustedes porque juntos vamos a llegar a la Presidencia de México.
Sé de lo que significa vivir y realizar la labor cotidiana de todos ustedes en la fábrica, en la construcción, en el taxi, en el empleo que todos y cada uno de ustedes tienen.
Pero sé también que lo que ustedes quieren es un gobierno que promueva una economía al servicio de la gente; que promueva una economía que invierta más en la gente, que invierta más en educación para que nuestros hijos y jóvenes se preparen mejor para la competencia.
Pero que sobre todo reciban una educación que les siga transmitiendo los valores que nos identifiquen como orgullosamente mexicanos.
Un gobierno que invierta más en salud; un gobierno que promueva más la construcción de vivienda; un gobierno que invierta más en los servicios públicos como agua potable, drenaje, banquetas, guarniciones y, sobre todo, un gobierno que promueva el patrimonio de cada familia al regularizar la tenencia de la tierra en las colonias populares de Tijuana.
Un gobierno responsable es aquél que sirve a todos sin distingo de partidos políticos. Un gobierno responsable es el que está cerca de la gente. Un gobierno responsable es el que escucha y atiende el reclamo popular.
Ese es el gobierno responsable que los priistas queremos encabezar. Por eso quiero ser Presidente de México y por eso es que los invito a que marchemos juntos, a que trabajemos juntos para ganar la Presidencia de México.
Amigas y amigos de Tijuana;
Amigas y amigos de las colonias populares:
Esta campaña política nos habrá de llevar, el 21 de agosto, a darle a Baja California y darle a nuestro país un destino seguro, un rumbo con certidumbre, una dirección con responsabilidad.
Esa es nuestra propuesta: nuestra propuesta es por un gobierno que esté cerca de las comunidades de Baja California, que esté cerca de la gente; un gobierno que responda a las necesidades fronterizas, un gobierno que responda a las necesidades de más y mejores oportunidades para todos pero sobre todo para los que menos tienen.
Quiero decirles – amigas y amigos – que he venido a Tijuana, a Baja California a decirles que la nuestra es la mejor propuesta dentro del espectro político nacional.
Que no les quepa la menor duda: ¡aquí en Tijuana como en Baja California, vamos a ganar porque nos estamos preparando para ello!.
Vamos a ganar porque sabemos lo que es la competencia política.
Nosotros no le tememos a la competencia política. Lo que sí rechazamos es la incompetencia política.
Así que, amigas y amigos de Tijuana:
Vamos a seguir preparándonos. Vamos a continuar con la organización de comités de base que ustedes han realizado. Vamos a fortalecernos.
Cada uno de nosotros tenemos una tarea qué asumir; cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad qué cumplir; cada uno de nosotros habrá de darle rostro y presencia a nuestro Partido en la colonia popular, en el centro laboral, en el centro de convivencia.
Y este partido nuestro, este partido organizado, este partido movilizado, habrá de llegar el 21 de agosto al triunfo en Baja California y en México.
Vamos, amigas y amigos, por la Presidencia de México; el poder ciudadano a la Presidencia de la República. La iniciativa popular a la Presidencia de la República, para que gane Tijuana, para que gane Baja California y para que gane México, para que ganemos todos.
¡Que viva Baja California!
¡Que viva Tijuana!
¡Que viva la organización popular!
¡Que viva el PRI¡
¡Que viva México!

A CONTINUACIÓN DISCURSO COMPLETO DE LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA EN LA PLAZA DE LA REPÚBLICA, Monumento a la Revolución, el día 6 de marzo de 1994:

Compañeras y compañeros de partido;
Compatriotas:
Aquí está el PRI con su fuerza. Aquí está el PRI con sus organizaciones; está con su militancia, está con la sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres. Aquí está el PRI con su recia vocación política. Aquí está el PRI para alentar la participación ciudadana.
Aquí está el PRI para mantener la paz y la estabilidad del país, para preservar la unidad entre los mexicanos. Aquí está el PRI en pie de lucha. Aquí está el PRI celebrando un año más de intensa actividad política.
Aquí está el PRI que reconoce los logros, pero también el que sabe de las insuficiencias, el que sabe de los problemas pendientes.
Aquí está el PRI que reconoce que la modernización económica sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas y que para que sea perdurable debe acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia. Esta es la exigencia que enfrentamos y a ella responderemos con firmeza.
El PRI reconoce su responsabilidad y ésta es de la mayor importancia para el avance político de México. Los priistas sabemos que ser herederos de la Revolución Mexicana es un gran orgullo, pero ello no garantiza nuestra legitimidad política. La legitimidad debemos ganarla día con día, con nuestras propuestas, con nuestras acciones, con nuestros argumentos.
Como Partido, tuvimos un nacimiento que a todos nos enorgullece: el PRI evitó que México cayese en el círculo vicioso de tantos países hermanos de Latinoamérica, que perdieron décadas entre la anarquía y la dictadura.
La estabilidad, la paz interna, el crecimiento económico y la movilidad social, son bienes que hubieran sido inimaginables sin el PRI.
Pero nuestra herencia debe ser fuente de exigencia, no de complacencia ni de inmovilismo. Sólo los partidos autoritarios pretenden fundar su legitimidad en su herencia. Los partidos democráticos la ganamos diariamente.
Amigas y amigos del partido:
Surgimos de una Revolución que hoy sigue ofreciendo caminos para las reivindicaciones populares. A sus principios de democracia, de libertad y de justicia es a los que nos debemos.
Los ideales de la Revolución Mexicana inspiran las tareas de hoy. La Revolución Mexicana, humanista y social, nos exige y nos reclama. La Revolución Mexicana es todavía hoy nuestro mejor horizonte.
Encabezaremos una nueva etapa en la transformación política de México. Sabemos que en este proceso, sólo la sociedad mexicana tiene asegurado un lugar. Los partidos políticos tenemos que acreditar nuestra visión.
En esta hora, la fuerza del PRI surge de nuestra capacidad para el cambio, de nuestra capacidad para el cambio con responsabilidad. Así lo exige la Nación.
Nuestra visión y nuestra vinculación histórica con el gobierno nos aseguró la oportunidad de participar en los grandes cambios del país. La fuerza del gobierno fue en buena medida la fuerza de nuestro Partido. Pero hoy el momento es otro: sólo nuestra capacidad, nuestra propia iniciativa, nuestra presencia en la sociedad mexicana y nuestro trabajo, es lo que nos dará fortaleza.
Nadie podrá sustituir nuestro esfuerzo. Nadie podrá asegurarnos un papel en la transformación de México si nosotros no luchamos por él, si nosotros no lo ganamos ante los ciudadanos.
Quedó atrás la etapa en que la lucha política se daba, esencialmente, hacia el interior de nuestra organización y no con otros partidos. Ya pasaron esos tiempos.
Hoy vivimos en la competencia y a la competencia tenemos que acudir; para hacerlo se dejan atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar.
Como un partido en competencia, el PRI hoy no tiene triunfos asegurados, tiene que luchar por ellos y tiene que asumir que en la democracia sólo la victoria nos dará la estatura a nuestra presencia política.
Cuando el gobierno ha pretendido concentrar la iniciativa política ha debilitado al PRI. Por eso hoy, ante la contienda política, ante la contienda electoral, el PRI, del gobierno, sólo demanda imparcialidad y firmeza en la aplicación de la ley. ¡No queremos ni concesiones al margen de los votos ni votos al margen de la ley!
No pretendamos sustituir las responsabilidades del gobierno, pero tampoco pretendamos que el gobierno desempeñe las funciones que sólo a nosotros, como partido, nos corresponde desempeñar.
Hoy estamos ante una auténtica competencia. El gobierno no nos dará el triunfo: el triunfo vendrá de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, de nuestra dedicación.
Los tiempos de la competencia política en nuestro país han acabado con toda presunción de la existencia de un partido de Estado. Los tiempos de la competencia política son la gran oportunidad que tenemos como partido para convertir nuestra gran fuerza en independencia con respecto del gobierno.
Hoy somos la opción que ofrece el cambio con responsabilidad. Somos la opción que mejor conoce lo que se ha hecho. Que sabe de los resultados de sus programas, de sus aciertos y de sus errores.
Somos la opción capaz de conservar lo que ha tenido éxito y somos la opción de encontrar nuevos caminos de solución para los problemas pendientes.
No entendemos el cambio como un rechazo indiscriminado a lo que otros hicieron. Lo entendemos como la capacidad para aprender, para innovar, para superar las deficiencias y los obstáculos.
¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos! ¡Pero hagámoslo con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y nuestra cultura!
¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío!. ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!. ¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!
Ofrecemos cambio con rumbo y responsabilidad, con paz, con tranquilidad. Se equivocan quienes piensan que la transformación democrática de México exige la desaparición del PRI.
No hemos estado exentos de errores, pero difícilmente podríamos explicar el México contemporáneo sin la contribución de nuestro partido. Por eso, pese a nuestros detractores y a la crítica de nuestros opositores, somos orgullosamente priistas.
Debemos admitir que hoy necesitamos transformar la política para cumplirle a los mexicanos.
Proponemos la reforma del poder para que exista una nueva relación entre el ciudadano y el Estado. Hoy, ante el priísmo de México, ante los mexicanos, expreso mi compromiso de reformar el poder para democratizarlo y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo.
Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático.
Reformar el poder significa fortalecer y respetar las atribuciones del Congreso Federal.
Reformar el poder significa hacer del sistema de impartición de justicia, una instancia independiente de la máxima respetabilidad y certidumbre entre las instituciones de la República.
Reformar el poder significa llevar el gobierno a las comunidades, a través de un nuevo federalismo. Significa también nuevos métodos de administración para que cada ciudadano obtenga respuestas eficientes y oportunas cuando requiere servicios, cuando plantea sus problemas, o cuando sueña con horizontes más cercanos a las manos de sus hijos.
Estos son mis compromisos con la reforma del poder. Es así como yo pienso que cada ciudadano tendrá más libertades, más garantías, para que sus intereses sean respetados; para gozar de seguridad y de una aplicación imparcial de la ley.
Los priistas creemos en el cambio con responsabilidad.
Por eso es que hemos hecho nuevas propuestas, que hemos asumido nuevas tareas. Por eso es que convocamos – antes que nadie – a un debate entre los candidatos a la Presidencia de la República.
Hemos alentado acuerdos entre partidos; hemos planteado revisar el listado electoral; hemos solicitado la participación de observadores en todo el proceso electoral y la integración de un sistema de resultados oportunos.
Por eso es que también hemos resuelto dar transparencia a todos nuestros gastos.
Estamos por elegir candidatos a diversos cargos de elección popular.
Amigas y amigos:
Tenemos que aprovechar este proceso para darle mayor fuerza a nuestra organización. Todos los priistas tenemos una tarea que cumplir, todos tenemos una responsabilidad que asumir.
No queremos candidatos que, al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos los propios priistas.
Asumimos todos estos compromisos de reforma republicana, de reforma democrática y federal; de reforma de los procedimientos y de su contexto; de reforma interna del PRI.
Y lo hacemos porque somos conscientes que la sociedad mexicana ha cambiado y que demanda en consecuencia un cambio en las prácticas políticas. El PRI participará con civilidad y con respeto a nuestro pluralismo en las elecciones del 21 de agosto.
Como candidato del PRI a la Presidencia de México reafirmo mi compromiso indeclinable con la transformación democrática de México.
Que se entienda bien: ese día sólo podrá haber un solo vencedor. Sólo es admisible el triunfo claro, inobjetable, del pueblo de México.
Y para que el pueblo de México triunfe el 21 de agosto, los partidos políticos – todos – tendremos que sujetarnos a la ley y sólo a ella, sin ventajas para nadie, sin prepotencias, sin abusos y sin arbitrariedades.
Por ello, congruente con mi exigencia de una elección democrática, aspiro a que el Congreso de la Unión decida las reformas electorales que procedan, siempre a partir de los consensos que los partidos hemos venido construyendo en el marco del Acuerdo por la Paz, la Justicia y la Democracia, firmado el 27 de enero.
Aspiro a que juntos ampliemos la autonomía y afiancemos la imparcialidad de nuestros organismos electorales, a fin de que la voluntad popular y sólo ella, determine los resultados de los comicios.
Confiabilidad, certeza, regularidad y limpieza electorales no pueden seguir siendo sólo aspiraciones, tienen que ser realidades que se impongan en las conciencias de los ciudadanos. De ahí nuestro compromiso con la participación de observadores en el proceso electoral.
La elección es de la sociedad y por tanto no puede ser un asunto cerrado. Su transparencia exige de la participación de observadores y no excluye que de ella pueda darse el más amplio testimonio, tanto por parte de nuestros ciudadanos como de visitantes internacionales. De ninguna manera tenemos por qué mirar con temor a quienes desean conocer la naturaleza de nuestros procesos democráticos.
Nuestras elecciones – y lo digo con pleno convencimiento – no tendrán vergüenzas qué ocultar.
El PRI estará al frente del avance democrático de México, asumiendo sus responsabilidades y respondiendo a las exigencias de la sociedad mexicana.
En estos meses de intensos recorridos por todo el país, de visita a muchas comunidades, de contacto y diálogo con mi Partido y con la ciudadanía entera, me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas; el México de las esperanzas, el que exige respuestas, el que ya no puede esperar.
Ese es el México que nos convoca hoy; ese es el México que convoca a mi conciencia; ese es el México al que habremos de darle seguridad, al que habremos de darle rumbo en la nueva etapa del cambio.
Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.
Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados.
Veo un cambio en el campo; un campo con una gran vocación productiva; un campo que está llamado a jugar un papel decisivo en la nueva etapa de progreso para nuestro país.
Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios.
Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera decisiva en el progreso de la Nación.
Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de nuestros días.
Yo veo un México de empresarios, de la pequeña y la mediana empresa, a veces desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por la discrecionalidad en las autoridades. Son gente creativa y entregada, dispuesta al trabajo, dispuesta a arriesgar, que quieren oportunidades y que demandan una economía que les ofrezca condiciones más favorables.
Yo veo un México de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas.
Un México de maestras y de maestros, de universitarios, de investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, que piden la elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos; técnicos que buscan las oportunidades para aportar su mejor esfuerzo.
Todos ellos son las mujeres y los hombres que mucho han contribuido a la construcción del país en que vivimos y a quienes habremos de responderles.
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar.
Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar.
Manifiesto mi más profundo compromiso con Chiapas. Por eso debemos escuchar todas las voces, no debemos admitir que nadie monopolice el sentimiento de los chiapanecos.
Expreso mi solidaridad a todos aquellos chiapanecos que aun no han dicho su verdad, a todos aquellos que tienen una voz que transmitir y a todos aquellos que tienen una palabra que expresar.
Debemos de asumir y debemos de decidir. Debemos de decidir si nos asumimos plenamente como una sociedad plural o si concesionamos sólo a algunos la interlocución de nuestros intereses.
Chiapas es un llamado a la conciencia de todos los mexicanos. Pero nuestra propuesta de cambio, no se limita a responderle solamente a Chiapas. Le queremos responder a todos los mexicanos, a los de todos los pueblos, a los de todos los barrios, a los de todas las comunidades.
Queremos cumplirle a los chiapanecos, pero también a los mexicanos de la Huasteca, a los de La Laguna, a los de la Montaña de Guerrero, a los de la Sierra Norte de Puebla, a los de Tepito o a los de las barrancas de Álvaro Obregón, aquí en el Distrito Federal; a los del puerto de Anapra, en Ciudad Juárez, Chihuahua; a los de la Colonia Insurgentes, en Guadalajara, Jalisco; o a los de San Bernabé, en Monterrey, Nuevo León.
Mi compromiso es con todos los mexicanos; mi compromiso es luchar contra la desigualdad y evitar crear nuevos privilegios de grupo o de región.
Los mexicanos ante el conflicto hemos ratificado nuestra unidad esencial bajo una bandera y nuestro ánimo de concordia.
Nuestras instituciones probaron su legitimidad y su eficacia. De la solución del conflicto, han salido fortalecidas.
Desde aquí manifiesto mi reconocimiento al Ejército Mexicano por su patriotismo, lealtad y entrega en la defensa del interés y la unidad nacionales.
Frente a Chiapas los priistas debemos de reflexionar. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros.
Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio.
Recuperemos nuestra iniciativa, recuperemos nuestra fuerza, para representar las mejores causas, para ofrecer los caminos de la paz, para responder ante las injusticias.
Recuperemos esos valores. Hagámoslo en esta campaña. Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del Gobierno.
Es la hora de un nuevo impulso económico; es la hora de crecer sin perder la estabilidad financiera ni la estabilidad de precios. La economía, más allá de las metas técnicas, tiene que estar al servicio de los mexicanos.
Por eso, el nuevo crecimiento económico tiene que ser distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes, con ingresos suficientes.
Que no nos quepa la menor duda: México cerrará este siglo con una economía mucho más fuerte. Existen las condiciones para hacerlo, la sociedad lo demanda.
La tarea del crecimiento con estabilidad será de todos los mexicanos.
Es la hora de la confianza para todos, la de traducir las buenas finanzas nacionales, en buenas finanzas familiares.
Es la hora de convertir la estabilidad económica en mejores ingresos para el obrero, en mejores ingresos para el campesino, para el ganadero o para el comerciante, para el empleado o para el oficinista, para el artesano o el profesionista, para el intelectual y para las maestras y los maestros de México.
Es la hora de los apoyos efectivos y del impulso al esfuerzo que realizan las mujeres y los hombres al frente de micro, pequeñas y medianas empresas. Que se les lleve a superar sus dificultades, que se les apoye a ampliar sus negocios con mejores tecnologías para que sean más competitivos en los mercados.
Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna. Esa es la reforma social de la que hablé en Huejutla.
Es la hora de hacer justicia a nuestros indígenas, de superar sus rezagos y sus carencias; de respetar su dignidad. Como lo dije en San Pablo Guelatao, Oaxaca: es la hora de celebrar un nuevo pacto del Estado mexicano con las comunidades indígenas.
Es la hora de nuevas oportunidades para el campo de México, como lo comprometí en Anenecuilco, Morelos. Es la hora de enfrentar con decisión y con firmeza la pobreza, y mejorar los niveles de vida de los campesinos.
Es la hora de que el Artículo 27 de la Constitución se exprese en bienestar, en justicia, en libertad para los hombres del campo. Y es la hora de acabar para siempre con todo vestigio de latifundio; es la hora de dar certidumbre al ejido, a las tierras comunales y a la pequeña propiedad.
Es la hora de impulsar la reforma agraria para nuestro tiempo. Es la hora de promover más y mejor inversión en el campo; de alentar de manera mejor y más eficaz, con libertad, la participación de los campesinos.
Es la hora de dar solución a los problemas de la cartera vencida en el campo, del crédito escaso y caro.
Es la hora de asociar los esfuerzos de los productores; es la hora de constituir más cajas de ahorro, más uniones de crédito y de poner en marcha nuevos mecanismos de comercialización.
Es la hora de las regiones de México, para aprovechar mejor los recursos, para aprovechar mejor la capacidad y el talento de cada una de las comunidades del país, de cada ciudad de nuestro país, de cada estado de la República.
Un desarrollo regional que abra las esperanzas de cada rincón de México, que canalice recursos para mantener la infraestructura carretera, ferroviaria, portuaria, hidráulica y energética.
Es la hora de superar la soberbia del centralismo, como lo dije en Jalisco; de apoyar decididamente al municipio. Es la hora de un nuevo Federalismo; es la hora de dotar de mayor poder político y financiero, a nuestros estados, como lo dije en Tabasco; es la hora de garantizar plenamente la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente, de nuestra ecología.
Es la hora de una educación nacionalista y de calidad; es la hora de una educación para la competencia; es la hora de nuestras escuelas, de nuestros tecnológicos; es la hora de la universidad pública en México; es la hora de la gran infraestructura para la capacitación de todos los mexicanos que quieran progresar.
La educación es nuestra más grande batalla para el futuro. A ella destinaremos mayores recursos.
Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República; es la hora del poder del ciudadano. Es la hora de la democracia en México; es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades.
¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!
Es la hora de la Nación. Es la hora de ser fuertes todos haciendo fuerte a México. Es la hora de reafirmar valores que nos unen. Es la hora del cambio con rumbo seguro para garantizar paz y tranquilidad a nuestros hijos.
La única continuidad que propongo es la del cambio; la del cambio que conserve lo valioso. Queremos un cambio con responsabilidad en el que no se olvide ningún ámbito de la vida nacional; queremos un cambio democrático para una mejor economía, para un mayor desarrollo social. Y hoy existen las condiciones para lograrlo; la sociedad lo demanda.
Hoy queda claro que los cambios no pueden ser ni marginales ni aislados. La vía del cambio corre en igual sentido y en igual intensidad y urgencia por el campo de la política, por el campo de la economía y del bienestar social.
Con firmeza, convicción y plena confianza, declaro: ¡Quiero ser Presidente de México para encabezar esta nueva etapa de cambio en México!
Amigas y amigos; amigas y amigos:
Asumo el compromiso de una conducción política para la confianza; una conducción política responsable, para llevar a cabo los cambios que requerimos, para cerrarle el paso a toda intención desestabilizadora, de provocación, de crisis, de enfrentamiento.
Haremos de nuestra capacidad de cambio el mejor argumento para convocar a la confianza de los mexicanos, para garantizar la paz, para fortalecer nuestra unidad.
Somos una gran Nación porque nos hemos mantenido básicamente unidos, pero con respeto a la pluralidad.
Queremos un México unido, queremos un México fuerte, queremos un México soberano. Un México de libertades, un México con paz, porque son amplios los cauces de la democracia y de la justicia.
Hay sitio para todos en el México por el que luchamos afanosamente.
Soy un mexicano de raíces populares. Soy un mexicano que ha recorrido en muchas ocasiones nuestro país, que no cesa de maravillarse ante la gran variedad y riqueza humana de nuestra patria y que no cesa tampoco de advertir carencias y dolores.
Me apasiona convivir, compartir, escuchar y comprender al pueblo al que pertenezco. Aprendo diariamente de sus actitudes francas, de sus actitudes sencillas.
Reitero que provengo de una cultura del esfuerzo y no del privilegio. Como mis padres, como mis abuelos, soy un hombre de trabajo que confía más en los hechos que en las palabras. Pero por eso mismo, soy un hombre de palabra, un hombre de palabra que la empeño ahora mismo para comprometerme al cambio que he propuesto: un cambio con rumbo y con responsabilidad.
El gran reclamo de México es la democracia. El país quiere ejercerla a cabalidad. México exige, nosotros responderemos.
Como Candidato a la Presidencia de la República, estoy listo también.
Demos nuestro mayor esfuerzo en ésta elección.
Vamos a echarle ganas.
No hay que bajar la guardia.
Vamos por la victoria.
Ganémosla con México y ganémosla para México.
¡ Que viva el PRI !
¡ Que viva México !

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído