Pablo pone en su sitio a Amancio

Amancio Ortega ha donado o va a donar a hospitales públicos de toda España 290 máquinas -aceleradores lineales y mamógrafos- de última generación para la lucha contra el cáncer por valor de 320 millones de euros. Muchos de ellas ya están funcionando.

Ortega empezó vendiendo batas de boatiné por los pueblos de Galicia y sin que nadie le regalara nada hoy tiene más de 7.500 tiendas y 170.000 empleados repartidos por todo el mundo, aunque mantiene su sede en Galicia y tiene 50.000 empleados en España. Además paga aquí casi 2.000 millones de euros de impuestos cada año, que viene a ser el 2% del total del Impuesto de Sociedades que se paga en nuestro país.

Pues bien, resulta que a Pablo Iglesias la donación de Ortega le parece fatal: «Señor Amancio Ortega, una democracia digna no acepta limosnas de multimillonarios para dotar su sistema sanitario, les hace pagar los impuestos que les corresponden y respetar los derechos de sus trabajadores».

Y hablando de los derechos de los trabajadores también dejó dicho Pablo: «La indemnización por despido supone treinta y tres días por año trabajado salvo que te llames Florentino Pérez que son tres años de salario y catorce millones». Poco después no tuvo ningún problema en despedir a once trabajadores de Podemos -todos afines a su enemigo intimo, Iñigo Errejón– con una indemnización de veinte días por año trabajado -la mínima que establece la ley- en lugar de los treinta y tres de un despido improcedente. Les despidió «por la necesidad de amortizar puestos de trabajo por causas organizativas y económicas y con el propósito de contribuir a una mejor distribución de los recursos humanos y materiales”. Se ve que ahora una purga en toda regla se llama así.

Pero, hablando de Errejón, resulta que le pillaron con una beca que le concedió un amigo y colega de partido en la Universidad de Málaga por la que cobraba 1.825 euros al mes para hacer un estudio sobre la vivienda en Málaga. El contrato reclamaba su presencia allí cuarenta horas a la semana. No hay constancia de que Errejón tenga ni la más remota idea idea sobre el tema de la vivienda malagueña, ni tampoco de dónde está la universidad de Málaga. Vamos, que no apareció por allí.

Otro fenómeno del equipo de Iglesias es Ramón Espinar que compró con 23 años -en el paro y con una entrada de 52.000 euros de procedencia desconocida- un piso protegido que no llegó a ocupar.


Obtuvo la vivienda de protección oficial en Alcobendas sin concurso público y sin ni siquiera estar empadronado en el municipio. Ramón -uno de los podemitas más luchadores contra la especulación urbanística- ganó 30.000 euros vendiéndolo nueve meses después.

Otro crack es Juan Carlos Monedero, que fue pillado con 425.000 euros recibidos de la República de Venezuela por unos supuestos informes que hizo para Hugo Chávez, informes de los que nada se sabe y sobre un tema del que no tenía ni puta idea. Monedero tuvo que salir corriendo a hacer una declaración complementaria antes de que le mandaran un inspector y la cosa se le complicara de verdad.

Por su parte, Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos de procedencia argentina y con algunos problemas de salud, pudo optar por la magnifica sanidad pública venezolana -al fin y al cabo Venezuela disfrutó del carísimo asesoramiento de sus compañeros de partido- pero se decidió por la de nuestro país y parece que no le ha salido mal de precio y no le ha ido mal del todo. El caso es que Echenique -siendo ya un cargo político de Podemos- pagaba a su asistente personal en negro -sin facturas, ni contrato- eludiendo darle de alta en la seguridad social. Cuando se destapó el asunto, y como no podía ser de otra manera, Echenique echó la culpa al currante, pero la cosa no coló y fue condenado a pagar las cuotas de la SS, además de la correspondiente multa.

Y estos son los que le leen la cartilla a Amancio Ortega. Me pregunto si la idea de darle cera, básicamente por ser millonario, se le ocurrió a Pablo mientras se bañaba con Irene en la piscina de su casoplón de Galapagar. Me pregunto también qué pensarán de todo esto los enfermos de cáncer que están siendo tratados con las máquinas que ha donado don Amancio. Por último me pregunto si el señor Ortega se hartará de Pablo y compañía y se llevará la empresa a otro país donde no le agradezcan las «limosnas» con patadas en la entrepierna, y con el aplauso de buena parte del público.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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