Barack y Pedro luchan contra el cambio climático

Barack Obama ha llegado a Sevilla a bordo de un Gulfstream G V. Este avión, equipado con dos motores Rolls Royce, es de hecho el Rolls Royce de la aviación ejecutiva y cuesta unos 60 millones de dólares. El coste operativo es de aproximadamente diez mil quinientos dólares la hora de vuelo si vuelas cien horas al año, a lo que hay que añadir el beneficio de la compañía de alquiler. Para un alquiler puntual es de imaginar que la cifra se dispara.

A ojo de buen cubero si Obama venía desde Chicago, que es su pueblo, podemos calcular unas diecisiete horas de vuelo, ida y vuelta. Así pues, el combustible que ha costado que Obama viaje muy cómodo y sin escalas -en vez de hacerlo en una compañía aérea compartiendo avión con el populacho- ronda los treinta y dos mil litros, lo que equivale a unas veintiuna toneladas de combustible de aviación quemadas.

Pero tampoco es la primera vez, hace dos años Obama llegó a Milán para dar una conferencia de cuarenta y cinco minutos sobre el cambio climático, y lo hizo a lo grande, con estilo: en avión privado y con una comitiva de catorce coches, un helicóptero de vigilancia y varias motocicletas: https://youtu.be/kEFMfl4_WHs. Cobró por ello medio millón de euros. Aunque en Sevilla parece que ha cobrado solo cuatrocientos mil.

El caso es que hay precedentes de políticos del Partido Demócrata americano muy preocupados por el planeta (no como Trump). Uno de ellos -también muy partidario de viajar cómodo- es Al Gore, máximo profeta del cambio climático y de la lucha contra contra el calentamiento global. De hecho su uso de aviones privados le ha costado más de un disgusto, máxime cuando en más de una ocasión lo ha negado: https://youtu.be/kEFMfl4_WHs .
Por cierto, a Gore le pagaron hace once años cuatrocientos ochenta mil euros por dos conferencias que dio en Tenerife y en Gran Canaria para presentar su documental Una verdad incómoda, que tuvo un enorme éxito y que fue galardonado con dos premios Oscar.

Les cuento todo esto porque tengo un gran respeto por el planeta -de hecho me considero un verdadero ecologista coñazo, como el del libro de Alfonso Ussia-, y también para poner sobre aviso al personal sobre los vendedores de humo -«haz lo yo que digo, no lo que yo hago«- y los que buscan banderas que enarbolar en sus campañas electorales, en este caso también la bandera del ecologismo y la lucha contra el calentamiento global.

Y hablando de banderas no hace falta decir que Pedro Sánchez se ha apresurado a coger el Falcon y se ha plantado en Sevilla para sacarse la foto con Obama, con quien al parecer ha hablado no sólo del cambio climático sino de políticas de empleo, educación y acceso a la vivienda de los jóvenes, y quien sabe de cuantas cosas más, durante nada menos que veinte minutos. Me pregunto cómo de cara nos habrá salido la foto y el minuto de conversación, a nosotros y al planeta, pero tenemos elecciones, y Pedro, aparte de que le ha cogido un gran cariño al Falcon, para esa foto no tiene ninguna pereza.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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