(II) Mr. Dynamite

Mr. Dynamite, the rise of James Brown(2014, Alex Gibney, 2:00):

Este documental tampoco tiene desperdicio, y es que el ascenso meteórico de James Brown de la peor de las miserias a viajar a sus conciertos en su jet privado da mucho juego. Y Alex Gibney lo cuenta muy bien.

Cuando nació James Brown, en una choza en Carolina del Sur, su madre tenía dieciseis años y su padre veintidós. Sus padres se separaron y le mandaron con cuatro años a Augusta, Georgia, en concreto a vivir en el burdel de una tía suya. Hoy James Brown tiene una estatua en Augusta y da el nombre a un estadio cubierto de 10.000 espectadores.

En medio de la gran depresión, y siendo un niño, tuvo que recoger algodón, lavar coches y limpiar zapatos. También le echaron de la escuela porque sus harapos «no eran apropiados».

Su afición a la música empezó cantando en el coro de la iglesia. Con dieciséis años estuvo tres años en la cárcel por robar un coche. Allí conoció al cantante y pianista Bobby Byrd y ambos organizaron un coro de gospel. Al salir, Byrd le invitó a unirse a su grupo de rythm & blues The Famous Flames. Muy pronto Brown destacó y se hicieron un nombre haciendo de teloneros de Ray Charles y B.B. King.

El siguiente paso fue irse a Nueva York y, ya con su propio grupo, grabó varios discos que tuvieron mucho éxito. Gran compositor, cantante, bailarín, y sobre todo perfeccionista y currante infatigable -se ganó el título de «The Hardest-Working Man in Show Business»– Brown pronto se convirtió en el Padrino del Soul, el Padre del Funk, y también en “Mr. Dynamite”, apodo más que merecido ya que era un animal del escenario como ha habido muy pocos. Incombustible cantando y bailando, cuidaba hasta el último detalle de sus conciertos -multaba al músico que fallara una nota- y se dejaba la piel en ellos. No tardó mucho en arrasar, y en forrarse.

Alex Gibney también repasa los principales acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX a través de la vida de Brown, incidiendo especialmente en las tensiones entre blancos y negros en los años 60 y la violencia que se desató y que tuvo su punto álgido en el asesinato de Martin Luther King. James Brown tuvo una fuerte implicación en el movimiento antirracista y cantó en muchos de las marchas y actos de protesta que tuvieron lugar.

Pero Mr. Dynamite no era dinamita pura sólo en el escenario, y a pesar de que despedía sin contemplaciones a cualquier miembro de su banda que tuviera algo que ver con el alcohol o con las drogas, él también acabó poniéndose hasta arriba de pastillas, polvo de ángel, cocaína, marihuana, etc. De hecho tuvo que pasar por el secadero en más de una ocasión.

También fue arrestado varias veces por posesión de armas y de drogas, por intento de violación, por maltratar a su mujer o por su comportamiento violento con otras personas, con cuchillos y armas de fuego de por medio. En una ocasión apareció colocadísimo y llevando una escopeta en un acto social. Huyó y fue perseguido durante media hora a toda velocidad por la policía, que tuvo que disparar a las ruedas de su coche para capturarle. Además agredió a un agente, lo que añadido a los cargos de posesión de armas y de drogas le costó dos años de cárcel.

James Brown murió en 2006 con setenta y tres años de edad. Se calcula que su fortuna ascendía a cien millones de dólares cuando murió, lo que provocó una batalla legal entre sus seis hijos, una de las consecuencias de la cual fue que tardaron setenta y cinco días en enterrarle, cosa que hicieron finalmente -o más bien, provisionalmente- en el jardín de una hija suya en Carolina del Sur.

Ya ven que el personaje da mucho de sí. Tanto que el documental resulta muy recomendable.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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