Five Came Back

Si les gusta el cine tanto como a mi, si les interesa la historia de los años más oscuros del siglo XX, y en concreto la Segunda Guerra Mundial, les recomiendo que no dejen de ver Five Came Back (2017). Se trata una mini-serie de Netflix de tres documentales de aproximadamente una hora de duración cada uno en los que se cuenta la implicación que tuvieron cinco de los mejores directores de la época -y sin duda alguna de la historia del cine- buscando ayudar a su país.


Los protagonistas son nada menos que John Ford, George Stevens, John Huston, William Wyler y Frank Capra. Y los narradores son, atención, Francis Ford Coppola, Guillermo del Toro, Paul Greengrass, Lawrence Kasdan y Steven Spielberg (en la versión española también Meryl Streep).

Con estos mimbres sólo se puede hacer algo muy bueno y la serie es magnífica. La aportación de los cinco directores al esfuerzo bélico y sobre todo a levantar la moral de los ciudadanos y soldados de Estados Unidos fue enorme y los resultados fueron excelentes, con un montón de documentales y películas sobre los motivos de la guerra y sobre la propia guerra. No hace falta decir que el coste personal para todos ellos también fue muy grande:

John Ford se alistó en la marina y fue enviado a Midway, en el Pacífico, donde fue herido en un brazo por la metralla de un proyectil japonés. Rodó allí su documental La batalla de Midway, que ganó un Oscar. Ganó otro Oscar con December 7th, documental sobre el ataque japonés a Pearl Harbour.

El 6 de Junio de 1944 -el día D- Ford vio desembarcar a la primera oleada de soldados americanos en la playa de Omaha desde muy cerca. Luego desembarcó él mismo con su equipo y filmó los resultados de la masacre en la playa y el durísimo combate que siguió al desembarco. El material fue inmediatamente requisado y censurado por el gobierno, preocupado por su efecto en la moral de las tropas y del público americano, ya que mostraba demasiados soldados muertos en la que resultó una de las peores escabechinas de la guerra. Al parecer los carretes se han perdido para siempre. John Ford alcanzó el rango de contraalmirante de la Marina de Estados Unidos y filmó nuevos documentales en las guerras de Corea y de Vietnam.

Por su parte, George Stevens se alistó con 37 años y estuvo dos años en el frente europeo, a las ordenes del general Eisenhower, en los que filmó entre otras cosas el desembarco de Normandía, la liberación de Paris, el encuentro de las tropas americanas y rusas, las ruinas de Berlín y, con los hornos todavía humeando, la liberación del campo de concentración de Dachau (Stevens era judío). El material que rodó en Dachau fue utilizado tanto en los juicios de Nuremberg como en programas de desnazificación después de la guerra.

El día D Stevens estaba a bordo del crucero HMS Belfast cuando éste disparó la andanada con la que dio comienzo el desembarco. Además del equipo de rodaje en 35 mm y en blanco y negro, Stevens llevaba su propia cámara casera de 16 mm con películas en color (que son de las pocas que existen de la guerra). Muchos años después su hijo se encontró catorce carretes en su trastero, los editó, añadió entrevistas a supervivientes y, con él como narrador, hizo un documental titulado D-Day to Berlín, que recibió el premio Grammy.

John Huston llegó al rango de comandante del ejercito y estuvo en las Islas Aleutianas, cerca de Alaska, donde rodó los bombardeos de aviones americanos a bases japonesas, y viceversa. También estuvo en el sur de Italia donde rodó el documental The Battle of San Pietro, que fue censurado por mostrar una operación fallida y con un coste de muchos muertos del ejercito americano. Huston fue obligado a rehacerlo con escenas preparadas, como en una película. La propaganda, como demostró Goebbels, es también parte de la guerra -una de cuyas víctimas siempre es la verdad- y los cinco directores tuvieron que lidiar con ella en forma de recortes, censuras e imposiciones.

Huston también dirigió en 1946 There be light, documental sobre el coste emocional y mental de la guerra en los soldados que regresaban del frente. Rodado en hospitales e instituciones de salud mental, resultó inaceptable para el gobierno y también fue censurado. Se estrenó treinta años después de la guerra.

William Wyler, por su parte, dirigió en1941 Mrs. Miniver, película que cuenta la angustia de una familia inglesa en los primeros años de la guerra, cuando los británicos estaban solos frente a Hitler, sufrían los bombardeos de la Luftwaffe y temían ser invadidos. La película ganó seis Oscars, incluido el de mejor director para Wyler. Mrs. Miniver fue un claro alegato en favor de la intervención americana, hasta el punto de que Winston Churchill mandó un Telegrama a Louis B. Mayer -cofundador y presidente de la Metro-Goldwyn-Mayer– en el que le decía: “Mrs. Miniver vale igual que cien acorazados”. La entrada en la guerra de Estados Unidos -tras el ataque japonés a Pearl Harbour- demostró que Churchill tenía razón.

Wyler se alistó pocos días después de Pearl Harbour y fue comandante de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Voló en misiones de bombardeo sobre Alemania -no hay que olvidar que era judío y muy conocido, y que si hubiera tenido que lanzarse en paracaídas habría acabado en las cámaras de gas- y el estallido cercano de una granada antiaérea le costó una sordera casi total el resto de su vida. En otra misión el avión de un cámara de su equipo fue derribado y murieron todos. En otra el propio Wyler sufrió un serio episodio de hipoxia (falta de oxígeno) al perder su máscara de oxígeno.

El resultado de sus esfuerzos fue el documental The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress -documental que también he visto y que me ha encantado- que narra la vida en una base de bombarderos B-17 en Inglaterra. En concreto se centra en la tripulación de uno de ellos, la “fortaleza volante” bautizada como “Memphis Belle”, que tiene que completar su vigésimoquinta y última misión antes de volver a Estados Unidos.

No contento con lo anterior, Wyler estuvo también en Italia, donde rodó Thunderbolt!, magnífico documental sobre el día a día de una escuadrilla de cazabombarderos P-47 “thunderbolt” cuyo trabajo era hostigar a los alemanes ametrallando y bombardeando puentes, carreteras, vías férreas, trenes y vehículos. Wyler montó varias cámaras en los aviones y las imágenes son impactantes y su documental buenísimo.

Terminada la guerra y tras pasar tres años en el frente Wyler dirigió otra gran película: Los mejores años de nuestras vidas, que cuenta la dura vuelta a casa de tres veteranos de guerra y sus dificultades para adaptarse. Wyler conocía el tema de primera mano y ganó el Oscar al mejor director, mejor película y otros siete más.

A Frank Capra la entrada de Estados Unidos en la guerra la pilló con 44 años. Aún así se volvió a alistar -ya lo había hecho en la 1ª Guerra Mundial- y con el rango de coronel estuvo a las órdenes directas del general Marshall (que posteriormente fue autor del Plan Marshall y premio Nobel). Marshall era el general de mayor rango del ejército y tuvo la idea de utilizar el cine como herramienta para explicar a la sociedad americana, y especialmente a los soldados, “por qué demonios llevan un uniforme”. El encargo de Marshall llevó a Capra a hacer la serie de siete documentales Why we fight, que tuvo un enorme éxito. Uno ellos, Prelude to War, ganó un Oscar. A Churchill y a Roosevelt les gustaron tanto que ordenaron que los documentales se exhibiesen de inmediato al público británico y americano.

En total Capra contribuyó a mantener la moral de los americanos con una docena de documentales que hoy se consideran obras maestras.

Dicho lo anterior, creo que los Estados Unidos, Gran Bretaña y todos los aliados tienen mucho que agradecer a estas cinco luminarias de la historia del cine. Su implicación y su aportación fue inmensa y los resultados espectaculares. Nadie, empezando por ellos mismos, discute que la guerra les cambió a todos ellos de tal manera que sus películas posteriores fueron menos frívolas y mucho más humanas, más personales y con más énfasis en los valores que aportaban sus personajes y protagonistas.

Si tienen un rato no dejen de ver Five Came Back. No se arrepentirán.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Lo más leído