Me llega este documento. Se trata de la nota informativa que una compañía aérea española ha enviado a sus tripulantes, a raíz de que al parecer unos auxiliares de vuelo de dicha compañía han sido retenidos durante varias horas por la policía venezolana por hacer fotos en un supermercado cercano a Caracas.

En realidad, y teniendo en cuenta que el año pasado hubo 30.000 asesinatos en Venezuela, lo que me parece asombroso no es que que alguien se atreva a sacar fotos del paraíso bolivariano sino que aún haya tripulantes que se atrevan a salir del hotel. De hecho me consta que los tripulantes de otras compañías aéreas lo tienen terminantemente prohibido. No me extraña nada.

Las fotos que les adjunto las saqué en el hotel y camino del aeropuerto. Por cierto, que ni a mi ni a nadie de mi tripulación se nos ocurrió poner un pie en la calle en las tres visitas que hice hace dos años, cosa que recuerdo que para nada ocurría antes del advenimiento del Mesías bolivariano. Entonces íbamos a la playa y salíamos a cenar tranquilamente.

Pero ahora que parece que el paraíso que creó Chávez y heredó Maduro se desmorona por voluntad de los propios venezolanos expresada claramente en las urnas, solo falta ver si Maduro va a aceptar y permitir que le echen por las buenas o correrá (aún más) sangre. Ya ha dejado claro que no le apetece nada irse y sabemos cómo las gasta. No está nada clara la cosa.

En cualquier caso, y volviendo a la nota informativa, creo que se comenta por sí misma. Parece que a los bolivarianos no les gusta que el resto del mundo vea los logros de su revolución.

Sólo espero que los brillantes asesores españoles de la revolución bolivariana -que tan generosamente han sido recompensados por esta, y que aquí están que se salen- no nos monten en España un paraíso parecido y en un futuro no muy lejano otras compañías tengan que avisar a sus tripulantes del peligro de sacar fotos en los supermercados españoles, porque los que mandan lo consideran una amenaza para la imagen de esa revolución que tantos prodigios nos prometen que nos va a traer a nada que nos descuidemos un poquito más. Estamos en ello.

También conviene recordar que los pobres venezolanos llevan ya casi diecisiete años disfrutando del paraíso, y todo hace pensar que se les está haciendo un poco largo. Y es que la historia nos ha enseñado con numerosos ejemplos que a los salvapatrias siempre es más fácil abrirles la puerta que darles la patada en el culo.