Bolita, con un… ¿amigo?

Estaba el otro día leyendo tumbado en un sofá cuando escuché unos ruidos. Era temprano, acababa de desayunar y pensé que «Bola» -nuestra schnauzer enana, también conocida como «Bolita» dado su tamaño- había bajado y estaba jugando en la cocina. Aquí es importante aclarar que hay perros que están catalogados como raza peligrosa, pues ben, en el caso de Bolita lo está como raza extremadamente peligrosa.

El caso es que los ruidos cesaron y cuando al cabo de un rato me levanté resultó que no estaba Bolita por allí sino que los ruidos los había hecho un pajarito que estaba tirado en el suelo. Al parecer había entrado y no sabia salir, por lo que los ruidos eran de los tortazos que una y otra vez se había dado contra los cristales de las ventanas intentando salir, hasta que quedó inconsciente, o quizá muerto, en el suelo.

Lo recogí y lo saqué al porche para que le diera el aire, la verdad es que con muy pocas esperanza de que se recuperara.

Al rato bajaron Bolita y mi mujer, salieron al porche y se encontraron con el pajarito, que milagrosamente estaba de pie. No hace falta decir que Bolita se puso de los nervios. No en vano es una perra que se toma muy en serio su papel de guardiana y cualquier ser vivo que se acerque a su territorio es un enemigo potencial que requiere primero sus ladridos de advertencia y, si persiste en su intromisión, su inmediata interceptación y expulsión, si hace falta empleando la máxima violencia. En realidad Bolita es una máquina de matar, una killer implacable con cualquiera que amenace sus dominios, y jabalíes, lobos, corzos, zorros y chorizos se cuidan muy mucho de poner una pata en el territorio de Bolita, por la cuenta que les trae.

Y menos mal que es así, porque Bolita no bromea con su trabajo y no perdona. De hecho cuando vienen amigos nuestros o personas que tienen nuestro visto bueno para acceder a la vivienda le tenemos que decir: «¡no ataques, Bolita, don´t kill!» (se lo decimos también en inglés, y a veces en vascuence, por si acaso y porque Bolita es trilingüe) ya que, si no, es implacable y no perdona, y además la gente se asusta mucho. No me extraña.

Aquí la pueden ver usando su súper agudo sentido del olfato para cerciorarse de que, efectivamente, se enfrenta a un ave.

Mi mujer tuvo el acierto de sacar estas fotos que son verdaderas joyas -no me digan que no- mientras Bolita temblaba de la emoción y su pequeño rabo alcanzaba unas ochocientas revoluciones por minuto, que es lo máximo que es capaz de alcanzar en situaciones límite. Pero en el fondo Bolita es una buenaza y enseguida comprendió que en esta ocasión la amenaza -que no hizo movimientos bruscos ni sospechosos- era menor. Al fin y al cabo todas las noches tiene encuentros parecidos con sapitos que vienen a visitarnos y la cosa nunca llega a mayores.

Así las cosas, mi mujer puso sobre un muro al pajarito y al rato este salió volando, al parecer plenamente recuperado. No me digan que la historia no es bonita, y las fotos buenísimas. Además con episodios como este, que nos recuerdan que Bolita siempre está vigilante y planta cara a quien haga falta, nos sentimos mucho más seguros.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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