El otro día mi mujer y yo fuimos a la manifestación que convocaba Voces Contra el Terrorismo en Madrid.

Antes de salir de casa un amigo nos preguntó que cómo nos dejábamos influir por los fachas, una manera muy elegante de evitar llamarnos directamente fachas por acudir a lo que a todas luces él consideraba una manifa de fachas.

El caso es que allí fuimos, y éramos unos cuantos. No se si el periódico que lee mi amigo habrá encontrado ya la bandera con el aguilucho que con tanto afán busca desde hace años en cualquier manifestación crítica con el gobierno, o habrá encontrado a Martínez el facha cantando el Cara al sol brazo en alto. Nosotros no encontramos ninguna de las dos cosas, aunque sí muchas banderas de España, a un señor mayor que tocaba el himno nacional con su harmónca, a muchas víctimas de ETA y a mucha gente que les apoya y que no quiere para ellas otra humillación más en forma de repetición del infame «proceso de paz» sufrido hace sólo tres años, cuando Otegui y De Juana aran como Ghandi, pero en mucho más buenos. ¿Se acuerdan? Yo sí.

Lo siento por mi amigo y por su periódico favorito, pero tengo que decir que nada de lo que vimos y escuchamos en la manifa nos pareció ni de lejos una expresión de fascismo. Vamos, que no vimos fachas, qué le vamos a hacer.

En cuanto a los motivos para acudir, desgraciadamente creo que sobran, aunque a estas alturas me da mucha pereza enumerárselos a nadie. Si alguien prefiere creer que ni hay negociación, ni tratos de favor a los presos, ni faisanes revoloteando, ni descaradas vistas gordas, y también que Rodríguez y su shérif Pérez tienen el asunto ETA y adláteres en perfecto estado de revista, allá él. Yo no lo creo y por eso fui a protestar.

Pero una imágen vale más que mil palabras, así que les dejo con la foto de la alineación de nazis de la última reencarnación de ETA – Matasuna.

Aunque sobran comentarios, me temo que dentro de poco les pagaremos el sueldo a todos ellos con nuestros impuestos.