El Sacerdote y misionero navarro Juan José Aldaz Donamaría

El Sacerdote y misionero navarro Juan José Aldaz Donamaría

El pasado 11 de julio fallecía en la casa de las Hermanitas de los Pobres en Pamplona, el Sacerdote y misionero navarro Juan José Aldaz Donamaría. Había nacido en la capital navarra el 20 de marzo de 1940.

Muy Joven sintió la llamada misionera. En 1959 dejó nuestro seminario diocesano para pasar al Seminario nacional de Misiones en Burgos, donde fue ordenado sacerdote en 1964. Ese mismo año marchó a Guatemala, país en el que desarrolló su vida misionera.

Primero trabajó durante catorce años en el Petén, en las parroquias de la Libertad, Sayaxché y Fátima. Durante dos años (1978 a 1980) colaboró en los servicios centrales del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras) en Madrid. En Juan José Aldaz Donamaría.

1980 regresa a Guatemala, pero en 1982 tiene que abandonar el país a causa de la guerra. Acompañó a un grupo de refugiados guatemaltecos a su exilio en Méjico. Allí pasó con ellos dieciséis años. Cerca de la frontera entre ambos países, fundó el pueblo de Akaj Spikin (Nuevo Amanecer), donde albergó a cincuenta familias de exiliados.

Con la ayuda económica recogida en Navarra, siempre tan generosa con sus misioneros, compró los terrenos, cerca de Cuatepeque (Quetzal), para la construcción de viviendas, dispensario y capilla, así como la compra de varias hectáreas de tierra, formando una cooperativa, en la que pudieran ganarse el pan de cada día y vivir con dignidad.

En 1998 regresó a Guatemala con un grupo de retornados.

Fue acogido en la diócesis de San Marcos, donde permanecería hasta su regreso definitivo a España en el 2011, debido al inicio de la enfermedad degenerativa causante de su fallecimiento.

Desde entonces, ha vivido rodeado del cariño que caracteriza la casa de las Hermanitas de los Pobres, durante los cinco años en los que ha ido avanzando su tumor cerebral.

Pocos días antes de morir caminaba con su compañero de curso Luis Berasáin, quien le escuchaba sus últimas palabras: “Acaj Spikin” (Nuevo Amanecer). Había sido la razón de su vivir.

Un año antes, paseando a la orilla del Arga con sus compañeros José Mari y Jenaro, les dijo: “Estoy contento y en paz con lo que hecho en mi vida”, recordando las palabras de San Pablo patrón de su curso en el Seminario, el Juventus: “He corrido la carrera, he llegado hasta la meta, he mantenido la fe”.

Juanjo era un hombre bueno, un misionero con ardor evangélico. Toda su vida fue hacer de “puente” como decía con frecuencia; puente entre los guatemaltecos y Dios, puente entre los seglares y jerarquía. Quiso unir a todos. Sufrió persecución por su fidelidad al Evangelio, siempre cerca de los pobres y excluidos.

Juanjo: sigue haciendo de puente ante el Señor; pídele que Navarra siga dando a la Iglesia nuevos misioneros con tu temple, el de san Fermín y san Francisco Javier.

Santiago Cañardo es capellán de las Hermanitas de los Pobres

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Autor

Mª Rosario Aldaz Donamaría

Mª Rosario Aldaz Donamaría, profesora de cocina y repostería, autora libro escuela de cocina navarra "El Bosquecillo" y abierta a cualquier sugerencia, opinión o comentario.

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