La lechuga debe preparase momentos antes de servir y empezar a lavarla muy bien con agua fría.
Las hojas un poco marchitas se recobrarán sumergiéndolas en agua fría con hielo por algunos minuto, pero no es recomendable pues aunque recupera el buen aspecto, al ajarse, ha perdido el caroteno, la vitamina y en el agua no recupera más que la lozanía.

No corte ni aderece la lechuga mucho antes de servirla, aparte de deteriorar la vitamina C pierde sus aspecto y sabor crujiente rápidamente.

La lechuga no es apta para preservación en congelador, envasada o seca. Para su óptimo valor nutritivo, la lechuga se debe comer cuando esté fresca y con su sabor crujiente.

Truco: si escurre y seca las hojas, incluso con un paño, el aliño o aderezo de aceite no caerá al fondo y resultarán más sabrosas.

Casi todas a todas nuestras ensaladas les iría bien la lechuga, ya sea como uno de los ingredientes principales o complementarios o de adorno.

Recordamos lo bien que van unos cogollos con anchoas o atún de calidad. El buen aceite de oliva parece hecho para mezclarlo con la lechuga.

El sabor fresco de las lechugas se puede complementar con hierbas frescas o secas.
Las diferentes variedades presentan valores nutritivos algo distintos. Pero en general, las lechugas son ricas en fibra y con componentes muy saludables.

Los nutrientes más importantes son: la vitamina A (del beta caroteno, no se percibe su color amarillo-naranja ya que está escondido por los pigmentos verdes de la clorofila) y el potasio. ¡Ojo!! .. las hojas con color verde oscuro son las que contienen más beta caroteno.

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Autor

Mª Rosario Aldaz Donamaría

Mª Rosario Aldaz Donamaría, profesora de cocina y repostería, autora libro escuela de cocina navarra "El Bosquecillo" y abierta a cualquier sugerencia, opinión o comentario.

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