Repleto de fibras, potasio, calcio y magnesio, de débil aporte calórico y fácil digestión, el verde calabacín es un suavizante intestinal de gran poder depurativo.
De efecto laxante, aliado de las dietas adelgazantes, es una de las hortalizas más salutíferas y apreciadas, por su textura ligera y fresco sabor. Además, crudo, frito, rebozado, hervido, se presta a todo tipo de acomodo culinario y por tanto puede lucirse en ensaladas, sopas, gratinados, purés, pistos, tortillas, guisos, flanes, quiches, cocas o buñuelos. Todo un chico diez y uno de los ingredientes estrella de la famosa ratatouille francesa. Hoy lo degustaremos en un velouté de fácil realización, ideal para neófitos de la cocina.
Lavar, secar y cortar en rodajas unos seis calabacines de tamaño mediano. Dorarlos ligeramente en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen, 1 cebolla regordete laminada y una hojita de laurel. Cubrirlos de agua, añadir unas briznas de azafrán, 1/2 cucharada de coriandre machacado y cocer unos 30’ hasta que estén muy tiernos. Retirar el laurel, agregar 2 yogures griegos, pasar por la batidora y rectificar el sazonamiento.
Servir tibio, decorado con hojitas de perejil, aceitunas negras laminadas, agregar unos trocitos de queso feta o de cabra, acompañar de lonchitas de pan tostado. Muy agradable, primaveral y nutritivo, ese velouté desprende más sabor si se prepara la víspera. Se puede naturalmente cambiar los yogures por nata y las especias indicadas, por otras de su predilección.