Félix Adrien Kir (1876-1968) fue un carismático personaje de la Cuarta República gala. Pasen y vean como se las gastó nuestro heroe a lo largo de su paso en esos lares: diputado, consejero general del Departamento de Côte d’Or, alcalde de Dijon, personalidad del Centro nacional de independientes y campesinos, resistente francés perseguido por Gestapo y colaboradores pronazis franceses (facilitó la evasión de 5000 prisioneros del campo de Longvic), titular de la Cruz de Guerra, comendador de la Legión de Honor, religioso de perfil original y agente de circulación a sus horas.

En efecto, ese cura metido a político nunca dudó, indignado por las congestiones callejeras urbanas, en tocarse el kepí reglamentario y canalizar los desmedidos flujos automovilistas ante el asfixiado ayuntamiento dijonés. Nos dejó a los 92 años, con huellas tangibles de su paso entre nosotros: un lago artificial a su nombre, su ciudad hermanada con veinte localidades extranjeras y también una reconocida paternidad coctelera, el bermejo kir. Todo un carácter, el canónigo Kir, que obró como poseso para mitificar uno de los más afamados cócteles franceses.

Nuestro heróe fue además, el ultímo diputado francés en llevar la santa sotana. Le encantaba un aperitivo borgoñés, el blanc-cass, oriundo de la cuenca mediterránea. Empero, dada la ácidez del vino que lo componía (un blanco aligoté ) y que nunca fue de su agrado, buscó sesudamente una alternativa. Después de denodados esfuerzos y pruebas, mezclándolo con licor de crema de cassis, consiguió una divina dulzura que por fin satisfizó su paladar y provocaría a renglón seguido y sobre railes, la adhesión de incontables feligreses locos por su sabor renovado y color pasión.

En efecto, cuidadosamente pertrechado de vino blanco y cassis, el también diputado Kir decidió hacer más llevaderas las dichosas largas idas y vueltas hasta la Asamblea Nacional del gélido París. Con ese invite aromático, alegró brumoso trayecto, periodistas, compañeros, desconocidos viajantes y todo Diós acercándose a su compartimento con infinitos chupitos de «Kir». El trayecto duraba horas, por tanto las libaciones también. Agradecidas y más ágiles por los tragos repetitivos, las plumas de los alegres chicos de la prensa publicitaron a granel dichas gloriosas pausas etílico-festivas en sus columnas y el boca a boca hizo el resto. Con todo y a lomo de las estaciones de ferrocarril de la época, se coló el ya mítico «kir» en los bares del hexágono francés (dicen que uno por habitante, a la sazón unos 50 millones ¿?). Y de ahí, al mundo mundial del Hall of Fame coctelero.

En efecto, con generosidad cristiana e impaciente de compartir su sabroso hallazgo con el personal, el cura-alcalde solía brindarlo en todas las recepciones internacionales de su ciudad, con tal subidón de consumo de crema de cassis que uno de sus más prestigiosos fabricantes, entusiasmado por ese éxito de ventas, la Maison Lejay-Lagoute le pidió de conceder la exclusividad de su nombre a la marca. Kir dio su bendición, extendiéndola sin embargo a los demás licoristas regionales para aplacar los celos y así, todos contentos.

Todo un bon vivant ese simpático canónigo embajador del delicioso combinado, al cual elevamos nuestro encendido homenaje, a base naturalmente de un buen kir, cuyo subidón y maravillosa cromática rubescente levantan cualquier ánimo tristón y almita en pena. Creerme, queridos cóctelnautas, son años de sesudos estudios e intensa práctica personal al respeto que os contemplan y aconsejan…

La delicia atiende a reglas específicas y si no se respectan, pasa a llamarse de otra manera. La directriz básica consiste en mezclar 1/3 de crema de cassis de Dijon (20º) con 2/3 de exclusivo vino de borgoña aligoté en un vaso tipo «ballon».

Utilizando cava o champán, realizaremos un kir royal, con vino blanco corriente un blanc-cass, con tinto ligero un comunista. Agregando un tinto fuerte se obtiene un cardenal, con cidra un kir normand y con un rosado un ejemplar llamado médocain.

Ideal para cócteles de bienvenida, al final de las comidas o cuando os antoja, sin pasarse en las cantidades, ojo que la cosa engancha a hurtadillas y de lo lindo. Que lo digan a mi amigo Miguel y al resto de la redacción…

Otro día hablaremos del doble K, que no es un agente doble, sino otra ocurrencia del inenarrable cura-alcalde Kir, anticomunista confeso, en honor del máximo mandatario de la hoy extincta URSS visitando su ciudad. Lo escoltaba nada menos que el General De Gaulle y el ilustro visitante se llamaba Ники́та Серге́евич Хрущёв ((¡Nikita Kruschev!).) El resultado fue el hermanamiento de Dijon con Estalingrado (actual Volgogrado) y Kir, a la sazón furibundo antimarxista, se elevó sin pestañear a la increíble categoría de pro-bolcheviko más famoso de Francia. No le impidió contestar a un diputado galo de la izquierda más atea que se burlaba de la fe ciega y de la existencia de un invisible Dios: «¿Y mi c…, lo has visto? Sin embargo, existe!» Cosas veredes y típicas del personaje.

Ilustración: Marie-José Martin Delic Karavelic

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

Lo más leído