Sin uva no hay vino, sin vino no hay vida, “in vino veritas”. Podría sonar perfectamente como slogan de una tierra en la que a la sombra de los molinos nace, se cosecha y se elabora uno de los elixires de nuestro mundo, néctar de los dioses, goce de los mortales.
No lo dioses pero sí los héroes han caminado, aunque sea a través de las ficciones de Cervantes, por las veredas de Campo de Criptana. Aquel don Quijote y aquel Sancho, dos mitades de un mismo Dios, han dado solera a este municipio manchego que gracias al trabajo de vendimiadores y bodegas ha dado de beber a su España.