Nec plus ultra: sorbete de caviar Petrossian, el más caro del mundo

Signo de los tiempos, el fabuloso caviar de precio exorbitante y mítica fragilidad ya se consumía en el medievo ruso entre las clases más desfavorecidas como sustituto carníco durante los días de abstinencia.

En 1900, a orillas del estadounidense Rio Delaware, a la sazón mayor productor mundial del futuro nec plus ultra gastronómico, era steak cotidiano de emigrantes pobrísimos que le daban aburridos, vuelta y vuelta entre rudimentarias sártenes de latón.

Cervantes lo cita en su Quijote y fue despreciado por los más grandes aristócratas del siglo XVII. Así un asqueadísimo Luis XV sin rubor alguno lo escupió, al probar el novedoso manjar regalado nada menos que por el embajador de Pedro el Grande, durante una recepción en su honor.

En 1917, la huida de la clase aristocrática rusa y de sus ricos negociantes a Occidente puso felizmente el caviar en su sitio, verbigracia sobre las mesas pudientes de la alegre Belle Époque parisina. Entre damnificados, los listísimos Hermanos Petrossian, quienes atinadamente pactaron con los nuevos zares rojos los exclusivos derechos comerciales del excelso manjar.

La Expo Universal de 1925 resultó un ideal escaparate publicitario para el caviar, empero fue el megamillonetí de oro Charles Ritz, hijo de César, quien inscribío el producto como mets gourmet más sublime, a la lujosa carta de sus leyendarios hoteles.

En su actualidad, las rutilantes perlas azabache de sabor excepcional y coste inalcanzable para el común de los mortales, se mudaron a sorbete más caro del mundo, firmado por Armen Petrossian y el maestro heladero Philippe Faur.

Locura de saraos chics y Santo Grial de las papillas más elegantes, la hazaña es disponible en boutiques y restaurantes más exquisitos Petrossian. ¿Coste? 100ml de la maravilla helada cuestan 118€ y 15ml, 18€. Ánimo, valientes, los sueños no tienen precio.

Compuesto al 60% de caviar variedad Alverta Petrossian (esturión transmontanus o blanco), pizca de sal y nata, el invento necesitó seis meses de sesuda elaboración antes de satisfacer las esperas más exclusivas de los estetas fórofos del suntuoso caviar. Encierra todas las virtudes organolépticas del mismo y como joya gastronómica que ya es, se engasta idealmente entre delicias de salmón ahumado, mariscos y vierias, o «humildes» rodajas de patata asada.

Bien se sabe que la sencillez fue y será siempre una de las mascarás del poder y, como lo recalcó un aforismo del lúcido Óscar Wilde, se puede resistir a todo, excepto a la tentación. Degustarlo virtualmente y sin gastarse un Euroduro está a un clic: http://www.petrossian.fr/

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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