Buen plan para Semana Santa: el admirable Daranatz

Más de cuarenta especialidades de bombones achocolatados, recetas inmutables desde más de un siglo y afamados productos artesanales presentados en estuches exclusivos, constituyen la irresistible tarjeta de visita de Daranatz, que desde 1900 es la chocolatería emblemática de Bayona, la ciudad del buen vivir.

Nada más entrar, un letrero avisa al personal que se conoce el sitio como “Villa chocolatera”, tradición que los Judíos conversos huyendo la Iberia inquisidora anclaron en la ribera norte del Adour, concretamente en el barrio del Saint-Esprit.

Los listísimos Bayoneses rápidamente aprendieron de esos maestros, creando una “Guilde” todavía en activo, a la cual se apuntaron familias-dinastías del cacao, quienes, mediante ese gremio, perpetúan hasta hoy el dulce saber para regocijo de los chocomaníacos del mundo mundial.

Un buen plan por tanto para Semana Santa (y como no, todo el año para los privilegiados), será visitar esa boutique de preservada estética Belle-Époque, bajo los arcos del peatonal Pont-Neuf y degustar sus exquisiteces a base de “Teobroma”, manjar divino que por fin, un bendito día, Hernán Cortés llevó a Europa.

Daranatz es, desde luego, el más lujoso exponente del deleite de Moctezuma y cita mundial de adictos confesos de oremus perdido ante tanta opulenta propuesta.

Pasen y vean: trufas, canachas, pastillas especiadas, toda suerte de divertidos animalitos rellenos del noble producto, bombones de licores prestigiosas como Cointreau, Gran Marnier o Calvados, que sólo ceden su exclusivo nombre a chocolateros de alto vuelo como es el caso que nos ocupa.

Casi veinte variedades de tabletas de los más afamados “crudos” de chocolate rellenas de café, vainilla, canela, praliné, son algunas de las maravillas salidas de expertas manos que trazan la olorosa ruta del chocolate bayonés del cual es el feudo de olorosa patina.

Tampoco anda a la zaga el excelso cacao de finísimo polvo, ceñido de transparencias y lazos áureos como corresponde a un alimento reverenciado por el mismísimo Luis XIV, también inmortalizando en chocolate y tronando en apetitoso busto entre las sabrosísimas tentaciones expuestas.

Todo un escaparate donde tampoco falta la más delicada repostería, como esos exclusivos petits-fours de alegre cromática, donde anida una refinadísima pasta almendrada, cuyo secreto de fabricación celosamente se preserva desde más de un siglo.

Como siempre, una imagen vale más que mil palabras. Por tanto, soñad de esa cueva cacaotera, aunque mejor ir a degustar sus sabrosuras de verdad, con una escapada gourmet al 15, rue du Pont Neuf, 64100 Bayona, Francia (00 33 05 59 59 03 55). El aforismo de Wilde bien lo advierte: se puede resistir a todo, excepto a la tentación.

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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