Cuando viene el Papa, vienen multitudes, se abren las parroquias para acoger a gente y familias y particulares ofrecen sus casas a perfectos desconocidos que no desean gastarse ni un euro en un hotel. Recientemente hemos tenido en Madrid el encuentro de Taize, y ha vuelto a ocurrir exactamente lo mismo.
Por desgracia, cuando los que necesitan hospitalidad son subsaharianos, no se hace ni la misma campaña en Iglesias de España para ser acogidos permanentemente por familias o particulares o por parroquias. Bastaría solo unos pocos millares de voluntarios, y podríamos darles una oportunidad de salvación profesional para toda la vida a estos chicos.
Domingo, 17 de febrero