Se está convirtiendo en un clásico de Sant Jordi: el vecino gruñón de la portería adjacente a la librería Bernat de la calle Buenos Aires. Soliviantado por la presencia de compradores de libros, ejerce de vecino gruñón.
(Malos aires impregnan la calle mientras dura la jornada. Un inesperado aspecto costumbrista del Sant Jordi barcelonés).