Espectacular la actual temporada de Pep Guardiola al frente del Manchester City. Está llevando a su club muy lejos: 18 victorias seguidas y a 15 puntos del Manchester United de Mourihno, su más inmediato perseguidor.
Personalmente, no me sorprende. Nunca he dudado del enorme talento de Pep. Sí, en cambio, de la solidez de los juicios de la prensa deportiva, tan volátil y caprichosa. Donde tanto indocumentado tiene cancha para llenarse la boca de juicios sin sentido.
Lo de Pep a mí me enseña una vez más (me lo corrobora) la importancia de hacer camino. Ir paso a paso tejiendo el traje que quieres llevar haciendo oídos sordos a los cantos de sirena.
En el Manchester City se está fraguando un proyecto que dará que hablar en la crónica deportiva contemporánea. Se hilvana deporte con empresa y sentido de la estrategia.
Supone también la constatación de la importancia de dar a las cosas su debido tiempo, dejarlas madurar. Justo es eso lo que no te da el fútbol moderno: tiempo para articular mimosamente los proyectos y hacer de los talentos individuales un gran engranaje de talento colectivo.
Pep aterrizó en el hábitat deportivo adecuado y junto a las personas correctas. Los frutos empiezan a verse.
