Opté por no hacer seguimiento a través de mi blog de los hechos suscitados desde el 1 de octubre y la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Lo hice porque me conozco: me hubiera sumergido en una vorágine de inserciones a caballo entre el análisis, la emoción y mi sentimiento periodístico de la vida. Hay que días en que me arrepiento. ¡Es tanto lo visto y tanto lo que daría de sí!
(Pero no descartemos que lo haga algún día a toro pasado. Título de mi ensayo: «El año en que nos independizamos peligrosamente»).