Me ha llegado la hora de estudiar los verbos deponentes suecos. ¡Ya era hora!
Ya los identifiqué un lejano día con la expresión típicamente postal «hoppas att» (espero que). Tiré de mis conocimientos de latín para adivinar rápidamente que eran verbos con forma pasiva pero significado activo. Que de eso se trata los deponentes.
Uno a ellos el análisis de los verbos llamados «recíprocos», la voz pasiva convencional, las construcciones con el suequísimo verbo «bli» y ya me instalo -no sin alegría- en un cierto nivel de complejidad gramatical que, sin embargo, se me antoja a años luz del de la lengua alemana, que con tanto ahinco estudié.
(Mi glosario sueco ya alcanza los 4.250 términos. Cumplo previsiones. ¿Qué más se puede pedir?)