Mañana regresaré a Galicia por primera vez desde la muerte de mi amigo Emilio Sol Bartolomé. Un viaje profesional a Ferrol lo propicia. Recalaré unas horas en Santiago de Compostela y visitaré a su madre, doña Lourdes Bartolomé.
Es un viaje que me pilla en un buen momento anímico, tras once meses de su muerte. Quizá una vez en Santiago todo sea distinto. Se agolpen los recuerdos. Se dispare la tristeza. Y eso. Pero hay que afrontarlo. Y ver lo positivo que fue tener a Emilio como amigo. Y honrar siempre su memoria.