Cumplí mis primeros cinco días en Suecia. Toca ahora marchar desde Estocolmo a Växjö, a la Universidad de Linné. Ayer el día fue exultante. Hoy amaneció gris. Cambio drástico. Así es la primavera.
Pasaré la segunda etapa del viaje en el sur, antes de regresar a Barcelona desde Copenhaguen (añoro el reencuentro con la capital danesa, donde ya he estado en dos ocasiones, la primera en 1976).
Muchas cosas de Suecia me recuerdan al norte de Alemania si bien la gente es claramente más amable, más delicada en el trato. Pero igualmente circunspecta.
(Qué interesantes son las diferencias culturales. Permiten un filón de observaciones).