Regreso a Barcelona desde Santo Domingo y feliz sorpresa: en la cafetería low-cost contigua al metro del aeropuerto de Barcelona topo con…¡una familia de Estocolmo! No me cuesta mantener un diálogo fluido y me felicitan por mi pulcritud gramatical. Me cuesta sin embargo entender todo cuanto me dicen. Pero cuando me piden «recommendations» sobre qué visitar, me resisto a utilizar el anglicismo y tirando de mi fondo de armario lingüístico luzco construcción sueca basada en un verbo ad hoc, «tipsar», que descubrí recientemente. Así: «Jag tipsar att…» (les recomiendo que…) (Caras de asombro admirativo; lo que hace un verbo bien colocado…)