No me sorprende la despedida de Luis Enrique. Es más: visto desde fuera, considero que es inteligente el momento escogido y sus palabras me hacen recordar la propia despedida de Pep Guardiola: por agotamiento.
La alta competición tiene estas cosas: se queman etapas muy rápido. No se puede trabajar al cien por cien de manera indefinida. Se impone la gestión por ciclos, por proyectos. Se impone saber decir adiós en el momento adecuado.
Tengo una excelente impresión de Luis Enrique. Es un gran deportista y entrenador y no aspira más que a eso. Carece de la sofisticación y del glamour de Guardiola pero lo compensa con llaneza y claridad de propósito. Entra de pleno en la lista de honor del barcelonismo.